El nuevo plan de modernización turística de Corralejo amenaza el Charco de Bristol
En los tiempos en que Domingo González Arroyo convocaba plenos a las seis de la mañana para aprobar planes parciales, el Saladar o Charco de Bristol estaba ya en la lista de los lugares a conquistar por el desarrollismo inmobiliario. Durante esos años, finales de los noventa, el jable blanco que rodeaba el saladar más próximo al pueblo de Corralejo era mancillado por los escombros que descargaba el camión del Ayuntamiento.
Este humedal ya figuraba en el mapa de las zonas protegidas por la Unión Europea. Quedaba bajo la cobertura de la IBA (Important Bird Area) “Costa de Corralejo a Tostón” de BirdLife Internacional. El difunto catedrático de Biología Vegetal Guillermo García Reina lo consideraba una auténtica joya para la investigación de las micro algas. “Si estuviera en cualquier país civilizado -decía- sería un espacio protegido de primer orden, pero en Canarias solo sabemos fabricar para el turismo”.
La importancia biológica de estas zonas conlleva que en la Directiva Hábitat de la UE se proteja a todas estas áreas por el hecho de ser zonas húmedas. Naciones Unidas celebra cada 2 de febrero el día de los humedales, importantes ecosistemas, con gran biodiversidad, reguladores del ciclo del agua y del clima, e imprescindibles para la vida y la pesca.
Para salvar el Saladar de Bristol de la codicia y la ignorancia, reaccionó una pequeña Asociación de vecinos de Corralejo, Las Clavellinas, que lideraban Carmelo Calero y José Luis López y que en menos de veinte días consiguieron 500 firmas de aquellos tiempos, sin Facebook, ni las plataformas digitales de hoy. En el Patronato de Espacios Naturales, el grupo Agonane solicitó que el saladar fuera declarado reserva científica. Sin embargo, la propuesta quedó olvidada en un cajón.
Cuando en la primavera de 2003, el “Marqués” fue destronado por Claudina Morales y José Luis López pasó a ser concejal, éste consiguió que se señalizara la zona y se desplazó la carretera que partía el saladar, trasladándose su trazado un poco más al sur. Sin embargo, los propietarios del suelo, Bristol Lake SA, recurrieron y hoy, coches, quads y motos cruzan por medio de la zona húmeda.
En 2007 se dictó sentencia a favor de la promotora, cuando todavía era alcaldesa Morales, pero no llegó a ejecutarse. En 2008, con Rosa Fernández en la alcaldía, empezaron a llegar multas contra la Corporación por no ejecutar la sentencia. Las sanciones se pagaron, pero la “diferencia de interpretación de la sentencia entre los servicios jurídicos municipales y el Juzgado” derivó en un nuevo fallo en 2014 que le costó a Fernández 10 meses de inhabilitación y ser apartada de sus cargos por un delito de desobediencia.
Pese a este borrascoso pasado, en el último pleno de La Oliva de 2016, con el voto a favor del grupo de gobierno (el alcalde, Pedro Amador, PP y PSOE, incluida la concejal Rosa Fernández) se acordó solicitar la tramitación de un tercer plan de modernización turística en Corralejo a petición de Bristol Lake. Votemos rechazó el proyecto y se abstuvieron CC, PPM y NC.
Según el Ayuntamiento, se pretende intervenir en un sistema sensible ambientalmente como es Charco de Bristol mediante “un dique para crear una piscina intermareal que regulará el régimen de mareas en este lugar”. Esto ha supuesto que a los grupos ecologistas y conservacionistas se les hayan encendido las alarmas. La solicitud municipal se dirige al Gobierno de Canarias, que es el que deberá aprobar el proyecto.
Imagen de 1999, cuando el Ayuntamiento vertía escombros en la zona.
Senda azul
El proyecto para el nuevo plan de modernización turística de la zona no aparece por ninguna parte. Aunque pueda parecer inverosímil, el concejal de Medio Ambiente, Julio Santana (PSOE), asegura que lo desconoce y que “en el Ayuntamiento no se encuentra”. “Desde la Concejalía de Medio Ambiente nos opondremos a todo lo que no sea la protección de esta zona húmeda”, afirma.
De hecho, Santana propone “proteger los valores del humedal e impulsar un proyecto para que este lugar sea el punto estrella de un ‘sendero azul’ que se iniciaría en las dunas de Corralejo y terminaría en el Charco de Bristol. Para ello cuenta con el apoyo de los grupos ambientales locales.
El valor ecológico del Saladar de Bristol no lo discute nadie. El biólogo y portavoz de Votemos, Álvaro de Astica, tampoco ha tenido acceso al proyecto y lo considera una “barbaridad”. “Además, no pueden seguir incrementando camas y cemento en Corralejo, un pueblo totalmente saturado”, señala.
Cristina González, de SEO-BirdLife Canarias, considera que intervenir en este lugar para hacer piscinas artificiales es un “atentado”, y ha declarado que no dudará en llevar el tema a Europa. Destaca que se trata de un lugar frecuentado por numerosas especies de aves migratorias acuáticas, apunta que la tranquilidad es indispensable y que las piscinas lo masificarían de turistas.
Más detalles
ESPECIES. Entre la vegetación del Charco destaca la Sarcocornietum perennis (saladar cespitoso encharcado). Se desarrolla en depresiones arcillosas en el nivel inferior de los saladares, las que están más tiempo inundadas bajo el agua de mar. La especie dominante, y prácticamente la única, es la Sarcocornia perennis, un salado cespitoso bajo que cubre casi por completo los lugares en los que crece. Esta vegetación está representada solamente en la Charca de Bristol, al noroeste de Corralejo, que además es su única localización en toda Fuerteventura, además de en áreas muy pequeñas del islote de Lobos.
HÁBITAT. Hasta 1997 existía la última pequeña población de Limonium tuberculatum en Fuerteventura, en un solar al sur de Corralejo. Desapareció por obras de urbanización. Queda hábitat potencial para la especie, que podría estar integrada en una o varias de las asociaciones arriba citadas, en los saladares al noroeste de Corralejo.
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