El sueño de niño de Aziz termina en esperanza para los jóvenes de Sibassor
Aziz Diouf soñó, en más de una ocasión, con ser millonario y crear un centro juvenil en Senegal similar al que acudía de niño. Entre sus muros aprendió danza, percusión y teatro, unas disciplinas que más tarde le abrieron las puertas de Europa. De momento, no ha logrado ser millonario pero sí crear un centro en la localidad de Sibassor, donde atienden a más de cien personas bajo el paraguas de la Asociación Edukaolack.
La Asociación Edukaolack se creó hace cinco años, aunque en la mente de su creador tiene más de 30. Aziz Diouf recuerda las tardes de su infancia en un local juvenil en Kaolack: “En el centro se nos permitía aprender música y teatro. Aquello no era lo normal en Senegal”. Y añade: “Veía cómo lo disfrutábamos mis amigos y yo y pensé que yo también quería hacer uno con mi dinero, pensando que algún día sería millonario”.
Un día los miembros de la compañía de teatro se fijaron en el joven y decidieron “adoptarlo” como percusionista, bailarín y actor. Con 17 años en su carnet de identidad viajó, junto al resto de la compañía, a Italia, Francia… con visados de tres meses hasta que en 2003 tomó Europa como residencia fija.
La casualidad lo llevó de nuevo a un centro juvenil. Esta vez en Murcia y como profesor de danza. Allí conoció a la que hoy es su pareja, Laura, una profesora de literatura que desde hace dos años imparte clases en un instituto de Puerto del Rosario. Laura comenta que la idea de Aziz “siempre fue construir un centro parecido a donde él había ido y similar al de donde nos habíamos conocido en Murcia”.
En 2012 Aziz viajó a Senegal junto a otros jóvenes de Murcia. Su padre había muerto y su madre se había mudado de Kaolack al cercano Sibassor, un pueblo de agricultores que, cansados de que la agricultura apenas dé resultados, ha optado por el comercio. Los más jóvenes, en cambio, han decidido emigrar a la capital, Dakar.
En uno de aquellos paseos por el pueblo vio un colegio con cuatro muros, sin baños y techado con paja. “Me chocó la imagen porque en mi infancia en Kaolack nunca había visto eso. Me extrañó que la miseria estuviera más cerca de lo que creía y pensé que era el momento de crear el centro”, señala.
A su vuelta a España, no conseguía quitarse de la cabeza la imagen del colegio de paja. Su pareja recuerda que “llegó muy impactado diciendo que esos niños se mojaban bajo ese techo de paja y que había que hacer algo”. Y ese algo fue empezar a organizar fiestas y conciertos solidarios a manos de su grupo de música, los Kunta Kinte, hasta que se crearon como asociación. “Me reventé las manos tocando” para poder crear el centro, comenta el joven.
Los primeros pasos se dieron en el verano de 2014. Ese año se creó un grupo de trabajo que viajó a Sibassor. Antes de regresar a España, los cuarenta voluntarios dejaron un recinto techado y con ventanas. En el verano de 2015 volvieron a Sibassor y pudieron dormir en él. Al año siguiente, los niños ya correteaban por sus inmediaciones.
Laura explica cómo el local se ha llenado de otras actividades, más allá de las propias de un centro juvenil, para poder cubrir la demanda de un pueblo con unas 8.000 personas, donde una parte de la población infantil sufre desnutrición y la mayoría de sus habitantes carece de dinero para ir al médico.
Por la mañana, setenta niños acuden a su guardería. Por la tarde, se imparten clases de danza, teatro y fútbol. Además, se ha creado una enfermería, con un enfermero durante todo el año, que intenta paliar las terribles necesidades sanitarias de la zona. También se ha gestado una asociación con las madres de los pequeños que vienen a la guardería, conscientes de que “si se cambiaba a las madres, se cambiaba toda la sociedad”, apunta Laura.
Microcréditos
Edukaolack ha conseguido crear un proyecto de microcréditos para mujeres que ha permitido poner en marcha una granja de pollos, negocios de fabricación de jabones y de telas tintadas y una venta de pescado. Además, han iniciado el programa Acompaña, una especie de apadrinamiento que por tres euros al mes, 36 al año, sirve para pagar la merienda durante un año de uno de los niños que acude a la guardería. Cada cierto tiempo viajan voluntarios españoles a Senegal.
Edukaolack ha conseguido crear un proyecto de microcréditos para mujeres que ha permitido poner en marcha una granja de pollos, negocios de fabricación de jabones y de telas tintadas y una venta de pescado
El pasado verano se dejaron ver por Sibassor una nutricionista, que ha formado a las madres en temas de alimentación, y un óptico que ha pasado revisión a la gente del pueblo a las que además les han repartido gafas. “Fue ilusionante ver a gente que llevaba años sin ver bien, salir de allí con gafas”, recuerdan.
En los últimos tiempos el centro se ha quedado pequeño. Laura señala que la intención de la asociación es “comprar el solar de al lado y hacer un centro más grande”. Entre los proyectos está crear un albergue en el que poder tener voluntariado todo el año y que sea también lugar de refugio para las personas que van de paso de Dakar al sur. “Podrían pagar algo y serviría para financiar una parte del centro”, explica.
El centro cuenta con voluntarios de Senegal que trabajan allí todo el año coordinados por Edukaolack Senegal, una especie de “filial” con otro presidente y junta. La ayuda que llega de España procede de los socios y de los actos solidarios que la organización realiza todo el año. Para ayudar hace falta “gente con ideas” y dinero para poder seguir cumpliendo el sueño de Aziz.
El joven estuvo el pasado verano en Sibassor. Aún recuerda el trajín en el centro de voluntarios y población. “El proyecto lo tenía en la cabeza a largo plazo, pero me sorprendió muchísimo que fuera así en cuatro años. Yo esperaba esto para dentro de diez años, no para tan pronto”, comentaba Aziz a su mujer por teléfono desde Senegal.
Bingo solidario en el instituto
Aziz y Laura han pasado estas navidades en Sibassor. Han ido a ayudar a los voluntarios a repartir los regalos de Papa Noel a los pequeños y a presentar a su hijo Bamba, de 15 meses, a su abuela paterna. Antes de coger el avión organizaron un bingo solidario en el IES San Diego de Alcalá, en Puerto del Rosario, junto al Comité de Solidaridad del centro, formado por alumnos y dos profesoras.
A través de Laura, los miembros del Comité conocieron el trabajo de la Asociación Edukaolack y se animaron a colaborar con ellos, conscientes que hasta allí llegará el último céntimo recaudado. El objetivo final es no solo que colaboren sino que cambien la mirada sobre África, sostiene la profesora de literatura.
Comentarios
1 Leonel Batista ... Mié, 31/01/2018 - 20:47
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