MEDIO AMBIENTE

Notable para la regeneración del Saladar de Jandía

Itziar Fernández 0 COMENTARIOS 10/03/2018 - 08:58

El proyecto de regeneración del Saladar de Jandía en la Playa del Matorral de Morro Jable (Pájara), declarado en 1994 de interés científico por el Gobierno de Canarias, se erige como uno de los humedales más importantes del mundo. Su proyecto de regeneración ha sido espectacular y los avances son visibles dieciséis años después de su puesta en marcha.

Este humedal obtuvo en el año 2002 la catalogación del Convenio Internacional Ramsar, y es el único de Canarias. La lista Ramsar incluye más de 2.000 humedales de todas las regiones del mundo, globalizando una superficie superior a 200 millones de hectáreas. De los 74 humedales españoles incluidos en este prestigioso listado, desde el punto de vista ecológico y de protección, el majorero conforma el número 43.

En la reciente visita celebrada con motivo del Día Mundial de los Humedales, que se celebra el 2 de febrero, se hizo una valoración muy positiva del estado de conservación del Saladar. El director del proyecto medioambiental, Toni Gallardo, destaca la espectacular protección conseguida en este ecosistema intermareal que ocupa 123 hectáreas, salvándose del boom urbanístico y turístico que ha sufrido la Península de Jandía en los últimos veinte años.

“La revalorización del humedal es evidente, tanto en la regeneración del suelo como en su flora y fauna pero tenemos que conseguir una conservación más activa. Un espacio idóneo para convertirse en un pequeño museo es la antigua depuradora que se logró clausurar, situada junto al paseo. Además se propone que se habilite un centro de interpretación para explicar al visitante la importancia de este espacio natural y su plan de protección”, apunta Gallardo.

Seguidamente, añade que es un ecosistema tan frágil que necesita otra pasarela en el borde norte porque el tránsito por el interior “perjudica gravemente”. De hecho, se calcula que más de 10.000 personas transitan cada día por el Saladar de Jandía.

La Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y el Cabildo de Fuerteventura patrocinaron este Proyecto de Regeneración Física y Ecológica de la Playa del Matorral que financió la Unión Europea. “Un acontecimiento que contribuyó a apostar por la regeneración del Saladar fue el varamiento de una tortuga, hace casi veinte años, en la misma Playa del Matorral que despertó la conciencia para la conservación del espacio natural”, rememora Gallado.

Los técnicos proponen la creación de una nueva pasarela en la zona norte, y un centro de interpretación para continuar con el proyecto de conservación

“Resulta muy curioso porque es una gran extensión de territorio que hace de barrera natural de protección de la localidad ante las grandes mareas, y cuando se inunda genera una charca rebosante de vida. Un entorno privilegiado para los visitantes que pueden admirar desde las pasarelas y la senda del mar la biodiversidad que encierra”, describe Gallardo.

Aunque el litoral pueda presentar un fuerte oleaje, normalmente una barrera natural de arena actúa de protección “adquiriendo el hábitat un elevado grado de estabilidad”. Las plantas quedan total o parcialmente sumergidas varias horas al día. La principal dificultad que los vegetales tienen que superar es la enorme concentración de sal que absorben. Este problema se resolvió almacenando gran cantidad de agua en gruesas hojas disminuyendo así el porcentaje de sal. Los suelos están compuestos fundamentalmente de limos y arcillas de grano fino, muy compactadas debido a las sucesivas inundaciones, recalca el director de la Reserva de la Biosfera. Todo esto crea un hábitat propicio para que se acerquen a él comunidades de aves marinas que recalan para nidificar al abrigo de sus matorrales. 

Aves y flora

Las aves que llenan de vida este espacio natural son el alcaudón real (alcaudón norteño, o picapuercos), abubilla, alcaraván común, alimoche común o abanto, bisbita caminero, busardo ratonero (ratonero común), camachuelo trompetero, canario silvestre, cerní calo vulgar, cotorra de Kramer, cotorra monje, cuervo, curruca cabecinegra, curruca tomillera, gorrión moruno, halcón tagarote, herrerillo común, ibis sagrado, jilguero, paloma doméstica, pardillo común, perdiz moruna, pintada gris o gallina de Guinea, tarabilla canaria, terrera marismeña, tórtola, tórtola europea, tórtola turca, vencejo pálido, vencejo unicolor... Junto a las migrantes como la garza real, garcilla bueyera, garceta común, cigueña común, flamenco, ostrero, cigüeñuela, chorlitejo, vuelvepiedras, archibebe común, correlimos ziripitin, zarapito trinador, gaviota común o gaviota reidora, entre otras especies.

También es abundante su flora vascular. A la vegetación más conocida de esta costa como los matorrales halanitrófilos y tarajales se suman el aderno o sacatero, aichryson pachycaulon pachycaulon, ammodaucnanocarpus, asparagus nesiotes purpuriensis, cardo onopordum nogalesii, marmulán canario o siempreviva de Borgueaui.

En esta biodiversidad también se hallan los mamíferos como la ardilla moruna, erizo moruno, murciélago de borde claro, y reptiles como el lagarto atlántico, lisneja, perenquén majorero, tortuga boba, tortuga laúd o canal o canaá o cardón; junto a invertebrados como la purpuraria erna.

La retirada de escombros y vertidos

Cuando el grupo de técnicos redactó el plan de conservación compró que los factores negativos que afectaban al espacio natural consistían en las barreras físicas que impedían la entrada normal del agua al ecosistema. Se retiraron 160.000 metros cúbicos de escombros que se encontraban depositados en el frente marítimo y se propuso el restablecimiento de los perfiles del suelo que se contaminaba con el vertido de dos depuradoras instaladas en la zona y que fueron clausuradas.

“En este estudio inicial se detectó que un factor negativo era el paso indiscriminado de vehículos y viandantes para acceder a la playa, que pisotean la vegetación y molestaban a la fauna”, detalla Gallardo. Un problema que se corrigió con la prohibición del tráfico de vehículos no autorizados, el cerramiento perimetral del humedal con un vallado de madera, y el establecimiento de tres pasarelas elevadas para acceder a la playa.

Otro aspecto que contribuyó a la buena conservación y que se ejecutó dentro de las actuaciones iniciales fue eliminar la flora invasora, ornamental y espontánea, que había colonizado el espacio para restablecer las condiciones naturales del ecosistema.

A su vez, en los últimos años, el Cabildo Insular ha ejecutado diferentes actuaciones como un observatorio de aves con panel de interpretación y dotación de prismáticos públicos, restricción y acondicionamiento de un área de aparcamiento para la protección del espacio natural, mejora y ampliación de las señales y paneles informativos sobre sus valores naturales, embellecimiento paisajístico y mejora de los accesos al área del faro.

De cara al futuro los técnicos proponen nuevos espacios similares para la conservación como el Risco del Paso, en la misma costa con una barrera de arena y un ecosistema marino muy preciado.

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