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Pablo vuelve a respirar el aire majorero

Hace poco más de un año recibió el trasplante de dos pulmones

Fotos: Carlos de Saá.
Eloy Vera 8 COMENTARIOS 15/08/2018 - 08:59

Los héroes no siempre llevan capa. Pablo Arribas, de 27 años, es uno de ellos. Hace 14 meses empezó a respirar de nuevo gracias al trasplante de dos pulmones que acabaron con un enfisema pulmonar que le diagnosticaron cuando era niño. Años esperando la llamada de la Unidad de Trasplantes del Hospital Puerta del Hierro, en Madrid; arrastrando una bombona de oxígeno y viviendo lejos de su familia acabaron cuando alguien le dio la oportunidad en junio de 2017 de seguir respirando. No sabe quién, pero solo espera que la gente siga haciéndose donante.

El primer viaje de Pablo fue en helicóptero desde el Hospital de Puerto del Rosario al de Gran Canaria. Nació prematuro, con algo más de siete meses. Poco después le diagnosticaron una displasia pulmonar y asma. Con dos años tuvo que tirar de unos audífonos para poder oír y con siete le encontraron un enfisema pulmonar, la enfermedad de los fumadores, pero él con siete años no fumaba. Los médicos nunca supieron explicarlo.

A pesar de todo ello, la niñez y la adolescencia las vivió con la misma intensidad que la propia de un chico de su edad. Jugaba al fútbol, practicaba atletismo, hockey, iba al gimnasio… pero con los límites de ser asmático. Se fue a La Laguna a estudiar técnico en la realización de audiovisuales y espectáculos y en iluminación y tratamiento de imagen. Con 19 años sufrió un agravamiento. Pablo recuerda cómo empezó a sentir fatigas cuando cargaba con las cámaras o subía escaleras.

En 2013 le empezaron a hablar de la posibilidad de hacerle un trasplante de pulmones. Finalmente, al ver que el muchacho estaba estable, optaron por otras vías y alargar el tema del trasplante. Le instalaron unas válvulas para intentar expandir los pulmones que estaban contraídos. Al principio fue bien, pero la noche de la intervención Pablo sufrió un neumotórax y acabó en la UCI. Los pulmones se le habían llenado de aire y tuvieron que ponerle un drenaje.

Tras sufrir hasta cuatro neumotórax, optaron por recuperar la idea del trasplante. En junio de 2014 lo inscribieron en la lista. Ahora tocaba esperar. A partir de ahí, la vida de Pablo cambió. Tuvo que quedarse a vivir en Madrid. No podía regresar a Fuerteventura ni ir a ningún sitio que estuviera más lejos de una hora en coche. En cualquier momento, podían llamarlo para decirle que habían llegado sus pulmones.

Se mudó a una casa cercana a la de unos tíos que viven en Madrid y gracias a las visitas de las mujeres de su vida: su madre Cristina, su novia Zaira, y su abuela Lolina, la de otros familiares y amigos y la de “mi abuelo, que fue el padre que nunca tuve, y me apoyó allá donde esté” fue llevando la espera.

Pero no fue nada fácil. Pablo tuvo que convivir con una bombona de oxígeno que le acompañaba en casa y en sus cortos paseos. “Cada 500 metros necesitaba pararse para recuperar aire”, recuerda su novia Zaira mientras escucha una vez más el relato de Pablo.

El joven comenta cómo en Madrid echaba de menos “la playa, viajar, estudiar, trabajar, las fiestas, la familia…” todo aquello que puede añorar un veinteañero. La vida durante estos tres años la resume en videojuegos, ver películas y series y salidas al cine con su inseparable bombona de oxígeno.

Llegó un punto en el que Pablo empezó a perder capacidad pulmonar. Los médicos le dijeron que sus pulmones tenían que aparecer ya, pero no llegaban. Sí lo hizo el hongo aspergillus a sus pulmones. Pablo tuvo que salir por su culpa de la lista de espera para trasplantes. Llegó a oír que “si lo operaban con el hongo podía morir”, explica. Al final, volvió a la lista.

Suena el teléfono

La tarde del 7 de junio de 2017 Pablo llevó a su gata al veterinario acompañado de su tío. A eso de las seis de la tarde, el teléfono sonó. Pablo se estaba comiendo un donut. Al otro lado del teléfono, alguien le preguntó qué estaba haciendo y le informaron que habían llegado unos pulmones que podían ser compatibles. Le dijeron que estuviera tranquilo y que en unas horas lo volverían a llamar para decirle lo que tenía que hacer. Era la llamada que llevaba tres años esperando. El joven se derrumbó y empezó a llorar.

Cuando llegó al hospital y le dijeron que los pulmones eran compatibles con él, entró en shock. “Llevaba tanto tiempo imaginando ese momento”, recuerda. A las cinco de la mañana del día 8 entró en el quirófano. Fueron 16 horas de intervención. Las cosas empezaron a complicarse. Sufrió una hemorragia ya en la UCI y tuvo que regresar al quirófano. Llegaron, incluso, a decirle a su madre que si Pablo superaba la intervención podía quedar parapléjico. Él siempre había dicho que así no quería vivir.

Normalmente, los trasplantes suelen durar menos tiempo y la recuperación en la UCI unos siete días. A las tres semanas pueden estar de nuevo en casa. Pero Pablo no cumplió ninguno de estos plazos. Estuvo 16 horas en quirófano; del 8 de junio al 27 de agosto en la UCI y no fue hasta el 24 de octubre cuando pudo regresar a casa.

El joven no quiere alarmar a las personas que están esperando para ser trasplantadas e insiste en que su “operación no es lo común” mientras recuerda cómo los médicos le dijeron, cuando le quitaron los pulmones, “cómo había sido posible que viviera con ellos, muy deteriorados, pegados a la pleura y sin poder realizar las funciones que tenían que hacer”.

El joven llegó a pesar 31 kilos. En la UCI no tenía fuerzas. “Se me caía el móvil de la mano de lo débil que estaba, no podía sujetar un libro, incluso las páginas de las revistas me las tenían que pasar la familia y los auxiliares”, comenta. Finalmente, pudo mejorar y subir a planta. Allí pudo dar los primeros pasos.

Tras salir del hospital, Pablo empezó a ver la vida con otra mirada. Ya no tenía que arrastrar la bombona de oxígeno y podía hacer pequeñas caminatas. Ya solo le faltaba tener el permiso médico para poder volver a Fuerteventura. En febrero lo consiguió y regresó a su Isla.

En este tiempo ha tenido el apoyo familiar y de amigos, algunos de los de siempre y otros que se ha ido encontrando en el camino. Otros se han alejado. Llegó a oír que por qué no trabajaba en todo el tiempo que estuvo esperando en Madrid. “No todos entendían que fuera al cine, pero no sabían lo que había detrás de un trasplante”, lamenta.

Hace cinco meses, Pablo empezó a ver la vida también desde otra perspectiva, la del objetivo de una cámara. Ha comenzado a trabajar en Onda Fuerteventura como cámara. Su primer trabajo estable. No pensó que después de un año de estar trasplantado iba a llegar a tener un trabajo, y “encima de lo que me gusta, el mundo audiovisual”. Tampoco se imaginó que podría volver a jugar al fútbol con su hermano, ir a la playa o hacer caminatas con su novia sin la compañía de la bombona de oxígeno.

Tendrá que cuidarse y medicarse el resto de su vida, pero no se queja. Al contrario, da gracias. A la vida le pide ya pocas cosas, disfrutar del día a día y de la familia. Cuando era adolescente deseaba salir de la Isla. Ahora asegura estar muy a gusto en Fuerteventura.

Un diario para ser “consciente”

A Cristina Arribas y Zaira Sánchez les tocó levantar a Pablo cuando se venía abajo. Fueron sus dos “mamis”, como él asegura. Cristina, su madre, intentó llevar la enfermedad de su hijo con la mayor entereza posible. “Tenía que estar bien por Pablo y también por mi otro hijo, Jorge”, comenta. Cristina insiste en que “Pablo es más fuerte de lo que yo pensaba”. A veces le tocaba a ella jugar el papel de mala y obligarlo a comer, hacer ejercicio… “sabía que le costaba, pero tenía que hacerlo”.

Zaira ha sido su otro ángel de la guarda. Empezaron en 2013 la relación. Por amor se fue a vivir con él a Madrid mientras esperaban la llegada de los pulmones. Durante todo el tiempo que Pablo estuvo en el hospital, Zaira fue anotando en un diario cada complicación, “para que fuera consciente por todo lo que estaba pasando”. El 8 de septiembre de 2017, Pablo, con sus pulmones nuevos, le pidió matrimonio.

Comentarios

Que grande, ahora a disfrutar de la vida, te lo mereces.
Cuanto me alegra te deseo lo disfrutes
Me alegro por ti. Pero se te van a llenar de calima si vuelves a respirar el aire de aquí. Un saludo campeón.
Tu historia me a llegado al corazón desde allá arriba también tienes otro ángel disfruta de la vida y se feliz
Eres todo un campeón !!!! No decaigas nunca. Suerte campeón ♡♡
Te felicito por ser fuerte y superar todos lo obstáculos duros que te ha tocado vivir, y que Dios te dr suerte para que empieces con tu.vida nueva, disfruta cada segundo de tu vida, no dejes que nadie te robe ni un minuto de felicidad que ya has sufrido bastante.
Felicidades. por. tu lucha. y. ganar. y por. esa. mujer. maravilloza. que. es tu. novia. Sin. quitar. merito. a. tu. madre
Felicidades. por. tu lucha. y. ganar. y por. esa. mujer. maravilloza. que. es tu. novia. Sin. quitar. merito. a. tu. madre

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