FUERTEVENTURA

Los alumnos de cinco colegios siguen dando clase en barracones

Las aulas modulares se instalaron ante la masificación en los centros

Foto: Carlos de Saá.
Itziar Fernández 0 COMENTARIOS 20/11/2019 - 09:09

Los colegios de Fuerteventura cuentan todavía con aulas prefabricadas o modulares -también llamadas barracones- que llegaron como caídas del cielo desde el año 2000 hasta 2010, ante la masificación que experimentaron los centros educativos.

En la actualidad son de primera necesidad para dos colegios que están al borde de su capacidad, como son el CEIP Morro Jable (Pájara), hasta que se inaugure el nuevo colegio el próximo curso en esta localidad sureña, y el CEIP Poeta Domingo Velázquez de El Matorral (Puerto del Rosario), que tiene para rato dado que el colegio de Caleta de Fuste, que serviría de desahogo, sigue en proyecto.

Estas aulas crecieron como champiñones por todos los centros de la geografía insular y Educación iniciará el proceso de desmantelamiento de un total de 16 aulas prefabricadas tras la construcción de nuevos centros, como los de Villaverde y Morro Jable.

Según el Gobierno de Canarias, con datos de julio, hay barracones en cinco colegios: Morro Jable, Villaverde, El Ciervo, Tarajalejo y Poeta Domingo Velázquez. El director del CEIP Morro Jable, Ezequiel de Saá, explica que en el centro estudian 560 alumnos y disponen de cinco aulas modulares.

Tres de ellas acogen diariamente a 65 niños (22 estudiantes en cada una, de tres años), y en las otras dos se imparten clases acerca de valores y de apoyo. Las aulas modulares de uso diario cuentan con ventanas al exterior, aire acondicionado, luz, baños y agua corriente, pero no las otras dos.

“Ahora mismo necesitamos estas aulas porque carecemos de espacio, no tenemos aulas libres, pero esperamos que se puedan retirar el próximo curso, con la apertura del nuevo colegio en Morro Jable, y se pueda descongestionar bastante el centro”, indica el director.

Por otro lado, el CEIP Poeta Domingo Velázquez de El Matorral también necesita las aulas modulares ante el incremento de alumnos que ha registrado el centro en los últimos años. Aliviará bastante la ejecución del nuevo colegio de Caleta de Fuste, un centro presupuestado en casi cinco millones de euros.

La obra del CEIP El Castillo se desarrollará sobre un solar de 10.138 metros cuadrados y contará con cuatro edificios que podrán albergar hasta 450 niños y niñas. El CEIP El Castillo es una de las obras recogidas en el Plan Canario de Infraestructura Educativa con vigencia hasta 2025, donde ya constan dos obras comenzadas en Fuerteventura, como son los CEIP de Villaverde y el de Morro Jable.

Convivencia en Tarajalejo

Por su parte, el director de la unitaria de Tarajalejo, Ramón Domínguez, apuesta por mantener estas aulas hasta que se ejecute la obra de ampliación de una segunda planta en el edificio. “Las dos aulas modulares las utilizamos para la atención temprana, tutorías con la orientadora, convivencia y actividades porque no tenemos otros espacios adicionales y suponen una prolongación para este centro”, comenta el director.

Además, Domínguez desvela que el Ayuntamiento de Tuineje ha colaborado en el mantenimiento de las mismas porque “la empresa concesionaria las dejó abandonadas completamente”.

Lo mismo ocurre en el CEIP María Castrillo, de Corralejo, donde también se emplean para actividades de apoyo y complementarias.  Mientras, el colegio Bernabé Figueroa espera con impaciencia la retirada definitiva de las cinco modulares tras la construcción del nuevo aulario. En el Francisco Pérez, de Triquivijate también las utilizan de forma complementaria.

'La soñada calidad educativa' por Itziar Fernández

Las necesidades educativas aumentan cada año pero las infraestructuras siguen llegando demasiado tarde. La población majorera tiene memoria y no olvida cuando los niños llegaron a recibir clases en el terrero de lucha de Tarajalejo y La Lajita por falta de aulas o cuando se inauguró, tras años de manifestaciones de los padres, el CEIP Costa Calma, ya desbordado. Años en los que había unitarias en todos los pueblos como Vallebrón o La Matilla para evitar el desplazamiento de niños y que luego cerraron por falta de alumnos.

En Costa Calma, todavía el nuevo instituto es un sueño y los alumnos de la ESO de 12, 13 y 14 años se levantan a las cinco de la madrugada para esperar en una parada y coger la guagua para ir a clase en un instituto en Gran Tarajal. A mediodía, con calor y cansancio, tras seis horas de jornada escolar, vuelta a la guagua hasta casa.

Por la tarde, estudiar, realizar trabajos con compañeros o reunirse en una biblioteca es una utopía, dado que ni en Costa Calma ni en los pueblos aledaños existen centros culturales, aulas multimedia, bibliotecas o salas de lectura.

Parece que la educación sigue anclada en el siglo pasado. Sin herramientas ni medios, los jóvenes sienten con impotencia que el futuro se escapa entre sus dedos y sueñan con salir fuera para poder formarse en centros especializados y universidades. Jóvenes que no saben lo que es tener junto a sus hogares academias de idiomas, clases de teatro, dibujo, pintura, ajedrez, ni una variada oferta deportiva.

Para los que no puedan salir de la Isla, lo más cercano es una escuela de hostelería en Morro Jable o los ciclos formativos de Gran Tarajal y tendrán que volver a las guaguas. Aunque parezca mentira en la actual era tecnológica, multimedia y donde reina la inmediatez, residir en el sur de Fuerteventura es un hándicap difícil de superar.

En esta nueva era, los colegios todavía imparten clases en aulas modulares y habrá que esperar hasta 2050 para disfrutar de la soñada calidad educativa, con aulas modernas, herramientas informáticas y estudios universitarios acordes con las necesidades de la población majorera. O tal vez sea sólo un sueño...

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