ECONOMÍA

El centenario de Chacón

Se cumplen 100 años desde que Cándido Armas Chacón abriera una pequeña carnicería en Arrecife, el embrión de un grupo de alimentación de referencia en Lanzarote y Fuerteventura

En el centro de la imagen, Cándido Armas Rodríguez flanqueado por sus hijos Federico, Tomás, Carlos y Javier, en la tienda del grupo Chacón en Valterra (Arrecife). Fotos: Gerson Díaz.
M. Riveiro 0 COMENTARIOS 04/01/2020 - 08:43

Allá por 1920, cuando Cándido Armas Chacón abre una pequeña carnicería en el entorno de la calle Fajardo, Arrecife tenía apenas 5.000 habitantes y la exportación de cebolla era uno de los pocos motores económicos. En la capital, los problemas se acumulaban: tan solo había dos escuelas y se necesitaban por lo menos cuatro, se planteaba adoquinar la calle León y Castillo y reciclar su pavimento en otras vías, se analizaba la necesidad de un depósito para almacenar el agua de lluvia y destinarla al abastecimiento de las clases más pobres o arreglar la plaza de la Iglesia, hoy de Las Palmas.

Un siglo más tarde, el grupo Chacón es una referencia en el sector de la alimentación en las islas orientales, con cinco tiendas, servicio de supermercado on line, venta diaria a más de 400 hoteles y restaurantes de Lanzarote y Fuerteventura y una nueva central logística en el parque industrial Arrecife Puerto, con una cámara frigorífica de más de 1.000 metros cuadrados y capacidad para más de 1.800 toneladas de mercancía.

“El origen de todo fue señor Cándido, que procedía de El Roque”, destaca su nieto, Cándido Armas Rodríguez. En Fuerteventura conoció a Manuela Doreste Betancort, cuyo padre era torrero y estuvo al cargo del faro de El Cotillo. Se casaron y se trasladaron a Lanzarote. Como en la Isla el apellido Chacón no era nada habitual, se popularizó, primero para referirse a la familia y, más tarde, como marca comercial.

Pese a las estrecheces económicas de comienzos del siglo pasado, “parece que tenía buena mano para los negocios” y puso en marcha una fonda, “que era muy conocida”, una panadería, una tienda y la carnicería. Consiguió un permiso que le autorizaba a vender carne al Ejército, un salvoconducto “que no era fácil conseguir”, y otro permiso, en los años posteriores a la Guerra Civil, que le permitía comprar ganado en determinados municipios de Gran Canaria y Fuerteventura.

En la actualidad, el grupo Chacón importa de varios continentes: desde los tradicionales países productores de carne de Sudamérica, pasando por Holanda, Bélgica, Francia y Polonia, en Europa, o países del sudeste asiático como Vietnam o Tailandia, China o la India. Las importaciones del extranjero alcanzan, al año, el millón de kilos de pollo, los 400.000 kilos de vaca, otros 150.000 kilos de vaca refrigerada y los 200.000 kilos de cerdo, a lo que habría que añadir los productos del mercado nacional.

Cada semana, Chacón trae entre 15.000 y 20.000 kilos de carne fresca, mantiene en explotación una granja en Uga y se nutre también del mercado canario, con productos seleccionados principalmente de Fuerteventura, Gran Canaria y Tenerife.

A Cándido Armas Rodríguez le sigue gustando ponerse el delantal de carnicero y colocarse al otro lado del mostrador. “Cuando hay mucho trabajo, como los sábados o en Navidad, tiene la excusa perfecta”, ironiza uno de sus hijos. “Con ocho o nueve años iba a la Recova con mi padre Tomás, que se levantaba a las cuatro de la mañana, y yo iba más contento que todas las cosas porque era una aventura”, explica Cándido.

En el puesto que también tenían en el antiguo mercado aprendió a cortar la carne. “Con 12 años ya despachaba a las señoras cuando mi padre salía a tomar un cortado”, recuerda. Una escuela donde, a base de mucha práctica, se aprendía a tratar con el cliente y rudimentarias pero efectivas técnicas de marketing.

“Mi padre me decía: ‘Tú vende la carne de puchero, que la limpia se vende sola’. Y se la ofrecías a las señoras, que si te decían que era mucha cantidad, le salías con un: ‘Que no, cristiana, se lo ahorra en papas’”, sonríe. Aún a día de hoy, destaca que el trato con el cliente y la relación de confianza que se establece es una de las claves para que un negocio perdure a lo largo de los años.

El arranque de la década de los 60 fue duro para la familia Chacón. El patriarca, Tomás Armas Doreste, tuvo que emigrar a Port Étienne, la actual Nuadibú, en el borde costero de Mauritania con el Sáhara Occidental, en donde se había instalado un pariente desde finales de los años 40.

En Mauritania, Tomás estuvo un par de años. “Reunió unas perritas para pagar lo que debía cuando se marchó y para iniciar la obra de la fábrica de embutidos, que eran dos plantas muy pequeñas pegadas a mi casa, entre la calle Fajardo y la calle Francos”, recuerda Cándido.

Con aquella inversión se “puso en condiciones, para lo que era la época” y se pudo adquirir una pequeña cámara frigorífica y una máquina para elaborar los chorizos, el producto emblemático de la saga familiar. “Hicimos un cambio en la carnicería, que estaba en la esquina de la calle Fajardo, colocando un expositor para la mercancía, que en aquel momento, en el que no había nada, fue un éxito impresionante”, rememora. El establecimiento de la calle Fajardo permaneció abierto hasta los años 90.


Nueva cámara frigorífica, con capacidad para 2.300 palets de mercancía.

El inicio del crecimiento de Chacón se produjo en la década de los 70, “cuando empiezan a abrir los primeros bares y restaurantes para turistas en Fariones y nosotros comenzamos a venderles”, recuerda Cándido, que en aquellos años regresó de cursar sus estudios de Magisterio en La Laguna.

“Después de terminar el instituto, con clases nocturnas, mi padre insistió en que tenía que estudiar una carrera”, señala. “Muchas semanas estaba de lunes a viernes en Tenerife y venía el fin de semana a Lanzarote para preparar la pasta con la que se hace el chorizo, porque entonces se hacía a mano la mezcla de la carne con el pimentón, la sal... dejaba la pasta del chorizo hecha, echaba una mano en la carnicería y el domingo por la noche regresaba a La Laguna”, recuerda.

El panorama comercial de Lanzarote en aquellos años era muy distinto al actual: había unos pocos mayoristas -“Los Guerra, Doña Severa, La Fedora, los Hermanos Díaz…”- que distribuían al resto de tiendas. “Nosotros vendíamos los chorizos a las 100 o 150 tienditas pequeñas que había en Arrecife, y lo sorprendente es que vivían todas”, rememora Cándido.

En los años 70, Chacón compra su primer furgón isotérmico para repartir y, de forma paralela al despegue económico de la Isla, en los años 80 el negocio familiar también se ve obligado a crecer de forma definitiva. A mediados de esa década se constituye la mercantil Carnes y Embutidos Chacón SL y en 1986 se abren las instalaciones de la compañía en Valterra, donde ahora se encuentra la principal tienda del grupo.

“Nos iba bien como minoristas, pero llega un momento en el que, para ser competitivo, tienes que comprar un volumen grande de mercancía para conseguir precios más baratos”, explica Cándido, una reflexión que se mantiene vigente: “El mercado, de alguna manera, te obliga a crecer, y es lo que hemos ido haciendo poco a poco hasta estos días”.

“Ahora hay más oferta, debes ser activo y estar a la vanguardia, pero con la misma filosofía que hemos mantenido siempre de cuidar la atención al cliente, la calidad en los productos y contar con precios competitivos”, destaca Cándido, que apunta a otro factor de diferenciación: “Estamos especializados en una gama de productos determinada y buscamos ofrecer la mejor calidad y el mejor precio”.

A pesar del crecimiento, Chacón sigue siendo una empresa familiar. “Esa es una de las mayores satisfacciones”, indica Cándido. A la compañía se han ido incorporando los últimos años, de forma paulatina, sus cuatro hijos: Tomás, Carlos, Federico y Javier. “Están involucrados e ilusionados, tienen ideas nuevas y una amplitud de miras, distinta a la que tenía yo, y me obligan a reciclarme”.

Ahora que Chacón como negocio cumple un siglo, desde aquella pequeña carnicería del Arrecife de los años 20, Cándido destaca “el agradecimiento al pueblo de Lanzarote por la confianza”. “Nuestro objetivo es seguir mejorando y estar al servicio de la población”, recalca. Al menos, otros 100 años más.


Cándido Armas, atendiendo a clientes estas Navidades.

El secreto del chorizo de Chacón

La receta del chorizo de Chacón ha pasado de generación en generación. “Mi padre sabía hacerlos por mi abuela, Manuela Doreste, que además era una gran repostera y elaboraba morcillas y chorizos”, recuerda Cándido Armas Rodríguez. “Mi tío Federico, a quien hay que destacar porque ayudaba en la fábrica, era muy cuidadoso y cortaba muy bien la carne, también era un gran conocedor de la técnica”, añade.

Antes, los chorizos, que se empiezan a vender como producto en los años 40, se hacían de forma artesanal. Tomás Armas Doreste, padre de Cándido, compró una pequeña fábrica en la calle Río de Oro y se pudo tener una producción “más industrializada”, para aquella época. “Los chorizos eran chiquititos, los amarrábamos uno a uno y la gente esperaba sentada mientras los hacíamos, era una cosa tremenda”, recuerda Cándido.

Apasionado del sector de la alimentación, rememora la habilidad de Ramón, de Tinajo, “que era una cosa de otro mundo y amarraba 20 kilos de chorizo en una hora, era un espectáculo”. “Dos nudos y cortaba, dos nudos y cortaba”, dice Cándido mientras dibuja en el aire el gesto con las manos.

Con una empresa que se encuentra en el ranking de las 100 primeras compañías con sede en la provincia de Las Palmas, Cándido recuerda como una de las mayores satisfacciones de su trayectoria profesional, “aunque parezca una bobería”, cuando compraron una máquina para amarrar los chorizos. Se pudo aumentar la producción de manera significativa: “Fue todo un avance”.

¿Y la receta del chorizo es la misma? “La misma de aquella época. El chorizo de Chacón es suave, con una receta que, sin embargo, es simple, y mantenemos las mismas proporciones de carne, pimentón, sal y dos o tres cosas más que se le ponen”, responde Cándido, que prefiere mantener esos elementos en secreto.

VALORES DE EMPRESA


Antigua carnicería de Chacón, en el número 13 de la calle Fajardo.

FAMILIAR. Cándido Armas Chacón, el fundador de la saga empresarial en 1920, le dejó la carnicería a su hijo Tomás. “Mis hermanos y yo seguimos con la tradición familiar. Mi madre también fue siempre una leona trabajando. Mi hermano Tomás estuvo hasta los años 90 y Pedro sigue en la empresa”, explica Cándido Armas Rodríguez.

CLIENTE. La relación de proximidad que se establece con el consumidor es fundamental. “Es algo que no tienen las grandes superficies”, señala. “Tratamos de mantener la misma línea, ayudar en todo lo que se pueda a los clientes, aconsejarles, darles el mejor servicio… hemos convivido durante toda la vida con ellos y agradecemos que sigan viniendo a nuestra casa”, recalca.

RESPONSABILIDAD. “Lanzarote tiene un entorno muy sensible que hay que cuidar al máximo, no ya por nosotros sino por las generaciones que vienen detrás”, indica Cándido Armas. En ese sentido, el grupo Chacón ha puesto en marcha iniciativas para la reducción del plástico, la introducción de bolsas ecológicas, el reciclaje de latas y envases o el abastecimiento energético de fuentes renovables.

SECTOR. Con una dilatada trayectoria profesional y en el ámbito público, como impulsor y miembro de la Cámara de Comercio de Lanzarote, senador y alcalde de Arrecife, Cándido Armas apuesta por que la Administración “clarifique las condiciones” para que los emprendedores puedan poner en marcha granjas o fincas agrícolas: “El autoabastecimiento es una utopía e imposible por el nivel de consumo, pero se podría diversificar la economía”.

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