Vicente Zapata, director del Observatorio de la Inmigración
“En la atención a los migrantes habría que trabajar con los vecinos para evitar casos de crispación y rechazo”
Vicente Zapata, director del Observatorio de la Inmigración
Es profesor de Geografía Humana de la Universidad de La Laguna e impulsor y director académico del Observatorio de la Inmigración de Tenerife (Obiten). Lleva más de dos décadas dedicado a proyectos comunitarios con vecinos, instituciones y la propia Universidad, enfocados al empleo y la convivencia. Ideas como Barrios por el empleo o Juntos en la misma dirección, en Tenerife, llevan su sello, iniciativas que compagina con la labor investigadora, centrada en la inmigración extranjera en Canarias.
-¿Cómo surge Obiten y con qué objetivos?
-El Observatorio surgió tras leer mi tesis en 1999, que trató la inmigración extranjera en Tenerife. En una de sus conclusiones, destacaba la importancia que tenía la creación de una estructura de observación para analizar los movimientos migratorios que tenían que ver con Canarias. Se hizo la propuesta al Cabildo de Tenerife, la acogió con interés y se firmó un acuerdo entre el Cabildo y la Universidad de La Laguna. En 2001, los flujos migratorios que llegaban no eran tan intensos y, de alguna forma, intuimos lo que podía avecinarse. Los estudios nos indicaban que Canarias podía ser un destino importante desde el punto de vista migratorio en el contexto internacional. Obiten empezó siendo una estructura científica, que dirige Dirk Godenau. Hace 14 años, comenzamos a hacer intervención directa en el territorio, con los protagonistas y con la sociedad tinerfeña. Tenemos un proyecto que es Juntos en la misma dirección, la parte aplicada de Obiten, que vela por la convivencia social en Tenerife.
-En el último año, ha habido un repunte en la llegada de pateras, ¿Qué causas puede haber detrás?
-Nunca va a ser una sola causa. Se ha intentado simplificar el fenómeno en que, como ha cerrado la ruta del Estrecho, se ha abierto la de Canarias, pero no es así. Obviamente, que haya más dificultades en una ruta puede hacer que las organizaciones busquen otras. Pero hay más temas. Hay factores en origen, causas político-institucionales, como que a un país le vaya mejor o peor; que esté pasando por una situación delicada; que la economía de estas personas haya empeorado o por cuestiones cada vez más en la palestra, como las ambientales, desastres naturales o problemas para conseguir agua. Puntualmente, el regreso de un emigrante con recursos económicos puede hacer que otras personas de su misma comunidad tomen la decisión. Además, hay causas en destino. Canarias sigue siendo una región atractiva, libre de conflictos y que da una buena acogida.
-¿Está preparada Canarias ante una crisis humanitaria como la de 2006, cuando llegaron más de 30.000 personas en cayucos?
-Nunca estaremos preparados para una situación como esa. Creo que lo que ha pasado en los últimos años es que, al disminuir muchísimo las llegadas, fuimos bajando la guardia y la dedicación que prestamos al tema. No estábamos entrenados en la dinámica de acoger a un número considerable de personas. Quizá, eso es lo que nos ha pasado. Con este fenómeno, vamos a tener que convivir siempre porque las causas de partida no han dejado de existir. Por tanto, vamos a tener un flujo que durante un tiempo se va a manifestar con una intensidad y durante otro tiempo, con otra. Sería muy importante que todos los actores, no sólo los institucionales, se plantearan que es un tema permanente y debe tener una atención permanente. A veces, habrá que prestar más dedicación a la dinámica del flujo marítimo y otras a la convivencia social. No podemos bajar la guardia, tenemos que estar siempre atentos.
“Este es un tema permanente y debe tener atención permanente. A veces, habrá que prestar más dedicación a la dinámica del flujo marítimo y otras veces a la convivencia social. No podemos bajar la guardia”
-¿Cómo valora la respuesta que se ha dado, tras el repunte de pateras?
-Creo que la respuesta ha sido positiva porque las instituciones y organizaciones se han puesto las pilas. Además, en mi opinión el discurso ha sido más positivo que el que escuchábamos hace 15 años. He visto una reacción inmediata para buscar alternativas y críticas por parte de personas que han salido a la palestra para decir que no es posible que en 2020 estemos con los CIE. Hay que buscar otras fórmulas de acogimiento. Hay personas en los CIE, en organizaciones y otras que han estado en la calle. Es bastante contradictorio que tengamos diferentes modelos porque no tenemos la capacidad suficiente de acogerlos a todos en un sistema determinado. Creo que el volumen de personas y la dimensión del fenómeno que tenemos ahora mismo debería generar un aprendizaje. Se trata de saber qué hay que hacer en cada momento y quién tiene que hacerlo para no llegar a una situación que genere incertidumbre en la población. El Foro Canario de Inmigración nunca debería haber dejado de estar activado, pero para estar trabajando en la promoción de la convivencia y con temas de sensibilización y de educación en valores.
-Acaba de hablar de los Centros de internamiento de extranjeros (CIE), ¿qué opina sobre estos recintos?
-Encuentro realmente penoso que, en todo este tiempo, no se haya hecho una reflexión profunda de lo que es un CIE y la forma de mejorarlo. No tengo una respuesta. Habría que buscarla y encontrarla entre muchas personas y colectivos, entre instituciones y asociaciones. Creo que deberíamos ir a un modelo más comunitario, donde la ciudadanía se integre y sea más partícipe en lo que puede ser la acogida. Estas personas no han cometido ningún delito y la estructura de los CIE tiene mucho de carcelaria y de confinamiento.
-Vecinos de Fuerteventura han mostrado su malestar al enterarse de que en sus pueblos se iba a acoger a personas migrantes. ¿Cómo se les puede trasladar que la acogida no supone un peligro?
-Hay que trabajar con los vecinos en cuestiones como la sensibilización, en temas de valores e, incluso, en cómo podemos desde un barrio concreto, en función de los recursos existentes, responder ante una posible emergencia, pero que no sea un tema impuesto. Previamente, en una situación de mayor normalización, deberíamos plantearnos un trabajo con la comunidad. Se trataría de trabajar comunitariamente para realizar esa acogida sin que se cree ningún problema ni crispación o rechazo. A veces, la incertidumbre está justificada porque no se informa de nada a los vecinos, de cuáles son las motivaciones de los que llegan o el tiempo que se van a quedar. Sólo se encuentran con que su barrio va a ser el lugar donde va a ir un grupo de personas que no conocen.
-¿A qué retos se enfrenta Canarias en inmigración?
-El reto principal es entender que las migraciones son un fenómeno consustancial a nuestra propia realidad. Somos lugar de llegada y salida y vamos a tener que convivir con este hecho. Si lo trabajamos desde el punto de vista de la sociedad con las instituciones, estaremos preparados para las nuevas manifestaciones que puede traer el fenómeno. Si no para responderle de forma inmediata, sí, al menos, para saber cuáles son las herramientas para hacerle frente y que no nos afecte negativamente.
“Deberíamos ir a un modelo más comunitario, donde la ciudadanía se integre y sea más partícipe en lo que puede ser la acogida. Estas personas no han cometido ningún delito y la estructura de los CIE tiene mucho de carcelaria y de confinamiento”
-¿Y el nuevo Gobierno de España?
-Fundamentalmente, el reto de generar una auténtica política migratoria que esté alineada con la política europea. Además, hay que intentar dar consistencia a la política migratoria europea para que no sea sólo una política interesada, sino que se trabaje para que cambien los contextos de origen de estas personas y en generar vías adecuadas para que puedan acceder a una migración regularizada que no comporte riesgos. Asimismo, hay que vincular a las personas que están con nosotros con la decisión de las políticas porque nos pueden ayudar y, muchas veces, están al margen. Estamos a cargo de la planificación personas que no hemos tenido la experiencia migratoria. Habrá, por tanto, que planificar con las que sí la han tenido. Además, hay que tener los recursos, si no preparados, sí reconocidos, la máxima coordinación posible para que la respuesta sea rápida y, sobre todo, que nuestra sociedad sea consciente de esa realidad y que sepa que involucrarse y atender a esa realidad nos hace mejores como sociedad.
-Gobierno de Canarias y cabildos se han centrado, en los últimos meses, en buscar plazas de acogida, pero ¿no cree que se han olvidado de otras medidas?
-Ahora toca eso. Hay que buscar una solución urgente para que las personas que llegan tengan las mínimas condiciones dignas. Eso a corto plazo. A corto o medio plazo, habrá que revisar los protocolos, la coordinación, los recursos de los que disponemos. Y, a largo plazo, hacer un trabajo permanente porque este es un tema que hay que llevar a los centros educativos y al tejido sociocultural.
-¿Cómo afecta a la opinión pública que sus dirigentes políticos usen términos como ‘isla desbordada’ u ‘oleada’?
-En esta ocasión no lo he escuchado con la virulencia e intensidad que lo escuchamos la otra vez. No ayuda en nada que un responsable político, un profesor universitario, un líder local o cualquier persona que tenga cierto eco en el conjunto social haga manifestaciones de estas características. Lo que necesitamos ahora es mucho sosiego, ponderación y tranquilidad. Una palabra mal dicha puede ser muy nociva porque la escuchan otras personas y van creando una opinión en contra.
-¿Por qué está habiendo tantas dificultades a la hora de integrar a los menores extranjeros no acompañados?
-Su migración tiene un objetivo fundamental y es trabajar. En muchos casos, hay una cierta distancia entre lo que la ley, las instituciones y la sociedad han planteado que debe hacer una persona menor de edad y la aspiración de un menor de edad que trae otro objetivo diferente.
-Las mujeres migrantes son las que más sufren los problemas de integración...
-Indudablemente. Son las que más sufren durante la experiencia migratoria. En las de carácter marítimo de forma irregular son mucho más la cantidad de hombres que emigran que las mujeres. La mujer siempre se ve de una manera minoritaria. Además, sabemos de personas que son obligadas a prostituirse o violadas por el camino. La mujer, en todo este contexto, tiene una situación de mucha desventaja. A la carga que trae, se suma lo que le puede costar integrarse cuando no se dan las condiciones adecuadas de inclusión. Es positivo que se les trate de una forma particular, para que vuelvan a recuperar la ilusión, la motivación y todas sus cualidades.
Comentarios
1 Majorero Lun, 17/02/2020 - 09:19
2 pufete Sáb, 21/03/2020 - 12:20
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