El filósofo Daniel Innerarity acaba de publicar “Pandemocracia. Una filosofía de la crisis del coronavirus”
“Tenemos una apariencia de debate pero hay una confrontación abierta en la que se quiere aprovechar la crisis para obtener una ventaja política respecto del rival”
El filósofo Daniel Innerarity acaba de publicar “Pandemocracia. Una filosofía de la crisis del coronavirus”
“Pandemocracia. Una filosofía de la crisis del coronavirus” (Galaxia Gutenberg), de Daniel Innerarity, es una de las primeras obras que reflexionan sobre el fenómeno que paralizó el mundo. La sociedad reclama las respuestas a las preguntas que se hacen los filósofos y a Innerarity lo reclaman para entrevistas, artículos y debates. Contesta a esta entrevista desde el coche, camino de San Sebastián.
-Sostiene en el libro que no estamos preparados para gestionar estos problemas tan complejos. Pero como sociedad ¿estamos preparados para recibir explicaciones complejas o solo estamos dispuestos a recibir explicaciones sencillas?
-Es el otro gran problema que tenemos. En un panorama social, económico y político tan complejo, las personas no estamos muy preparadas para afrontarlo y eso lo saben algunos líderes que aprovechan para lanzar mensajes simples, en términos de enemigos o virus extranjeros. Sin embargo, las personas están en disposición de recibir mensajes complejos pero no mensajes complicados y esa distinción es fundamental. Se pueden decir cosas complejas de manera sencilla y cosas sencillas de forma complicada para que nadie las entienda.
-De esta pandemia se ha hablado en términos bélicos pero también se ha apelado al buen comportamiento de la ciudadanía como si eso garantizara que las cosas van a salir bien.
-Estamos en una crisis que en buena parte es inédita. Hay una parte arcaica, pero el contexto de un mundo globalizado, interdependiente, conectado y de gran movilidad es nuevo, y no sabemos mucho de las consecuencias. Recurrimos a experiencias del pasado, narrativas, terminología bélica, etc., de héroes o moralizando… Es comprensible pero es un error porque si enfocas la situación de una manera determinada condicionas el tipo de respuestas y reacciones. Hubiera sido mejor hablar en otros términos. Me parece que la comunicación es fundamental y debe ser capaz de transmitir la falta de certezas que tenemos, que es muy grande. Los gobiernos tienen que aprender a desarrollar la gestión de la incertidumbre.
-¿Cómo ve el papel de los medios? Hay un cierto empeño en buscar certidumbres donde no las hay o en generar tensiones innecesarias...
-Son razones estructurales. Los medios tienden a polarizar, dramatizar en exceso, prestar más atención a las situaciones de conflicto o antagonismo que a las de acuerdo, y a la confrontación ideológica, y eso tiende a ofrecer una visión del mundo político mucho pero de lo que que ya es.
-Pedimos soluciones a Europa o incluso más globales pero ni siquiera somos capaces de llegar a una paz política interna…
-Tuve un debate con el ministro de asuntos exteriores de Portugal en la televisión portuguesa y le manifesté mi envidia de contar con un sistema político tan poco competitivo, menos que el nuestro. Hay una contradicción. Vivimos un momento en el cual Europa no es la instancia de protección de esta crisis, en parte porque no la han dotado de competencias de resolución de crisis, vivimos en un momento de estatalidad, de recurso al Estado como elemento protector. En el fondo sabemos que los estados nación ya no nos protegen suficientemente pero al mismo tiempo Europa todavía no nos protege respecto a esos riesgos globales. En el sistema político español hay un exceso de competitividad, se ha extendido la lógica electoral a todo el tiempo político. Y eso nos va dificultar no solo la resolución de de la crisis sanitaria sino de la que va a venir después.
-En Pandemocracia hace una apuesta, o una llamada, al debate y no parece que se den las condiciones o los interlocutores idóneos.
-Tenemos un estereotipo o una apariencia de debate pero realmente hay una confrontación abierta en la que cada uno quiere aprovechar la crisis para obtener una determinada ventaja política respecto del rival. Eso tiene sentido en procesos electorales pero en estos momentos debería ser al menos moderada. Yo planteo que no se trata de prescindir del pluralismo político porque eso nos ayuda a tomar mejores decisiones, pero en momentos de crisis el elemento competitivo del pluralismo debería estar parcialmente moderado. En cuanto a la competición entre poderes territoriales, España es un país mas diverso de lo que estamos dispuestos a pensar y en esa diversidad no hay que ver solo un factor de riña y de competición sino también un factor de riqueza en relación con la información y la capacidad de resolver los problemas. Por ejemplo, Canarias tiene una peculiaridad, en su economía o su geografía, que no debemos ver como algo sometido a una lógica centralista sino que hay que tenerlo en cuenta a la hora de dar una respuesta a esta crisis.
-¿Hubiera sido deseable más diálogo o más descentralización por parte del Gobierno central, como se hizo con la última prórroga del estado de alarma?
-Yo creo que incluso desde el principio. Fue un error del Gobierno pensar que un estado compuesto como este, que requiere un grado de coordinación muy intenso equivalía a un mando único con pocos elementos deliberativos. Ir a las conferencias de presidentes habiendo tomado ya las decisiones desde Moncloa no es muy inteligente.
-¿Qué cree que hubiera pasado si esta crisis llega con un gobierno de derechas que decreta el estado de alarma? ¿Cómo hubiera respondido la izquierda a ese recorte a de libertades?
-No tiene tanto que ver con el eje derecha izquierda, sino gobierno oposición. Quien está en el gobierno tiende a acaparar competencias y centralizar y en la oposición tiende a hacer valer el principio de diversidad. Pero aquí casi todos los partidos tienen responsabilidades de gobierno.
-Dice que se podría esperar un gobierno más cognitivo y menos ideológico. ¿Cree que la ideología es un lastre en estos momentos?
-Es un asunto complicado. No creo que las ideologías carezcan de sentido, pero carece de sentido en esta crisis la ideologización exagerada de los problemas. Hemos visto como la atención a los expertos ha sido muy importante, pero eso no significa que la ideología desaparezca.
-En esta crisis hay una cuestión generacional, porque el virus ataca más a personas mayores. Si hubiese atacado a los niños, ¿hubiera sido muy diferente?
-No he pensado esa hipótesis tan interesante, pero el peso demográfico y electoral de las generaciones mayores impone un tipo de soluciones si las comparamos con otras sociedades más jóvenes. En las democracias occidentales, el peso de los mayores y pensionistas es exagerado respecto del interés de las generaciones futuras, como reflexión general. En esta crisis hay un componente de recuperación económica y hay que hacer un balance, entre los intereses que son sectoriales pero que también son generacionales. Hay que contemplar ambas variables y pensar que otras generaciones, por cierto muy dañadas porque han empatado dos crisis consecutivas, deberían contar mucho para tomar decisiones.
-En esta ocasión nos hemos apoyado en la ciencia y parece que para el control de la epidemia confiamos mucho en soluciones tecnológicas, pero da la impresión de que la solución no va a ser solo tecnológica.
-A corto plazo no, pero la solución a este tipo de crisis va a tener un núcleo tecnológico, de digitalización y robotización. Esas tecnologías solo tendrán sentido si vienen acompañadas por una reflexión sobre las dimensiones por parte de las ciencias, y las ciencias humanas y sociales son las encargadas de plantear a la tecnología su legitimidad, sus valores, su compatibilidad con ciertos valores éticos…
-¿Qué va a pasar con la respuesta al cambio climático? Que era, o es el gran reto de la civilización.
-Temo que la atención al coronavirus detraiga atención, recursos, al cambio climático. De todas maneras, al menos oficialmente, las políticas están señalizando que la salida de la crisis pasa también por ahí. En un primer momento puede haber incompatibilidad de atención y recursos, puede ocurrir que aparezca que la seducción de que el parón económico sea la solución, pero la crisis que tenemos debe ser resuelta como los barcos que se reparan en plena travesía. No podemos detener la economía y replantear todo.
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