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La pandemia eleva la inseguridad alimentaria en el sur de África

La directora del Programa Mundial de Alimentos alerta de la situación en un seminario organizado desde Canarias por Casa África

EFE 0 COMENTARIOS 17/07/2020 - 10:01

El Programa Mundial de Alimentos (PMA) calcula que entre 42 y 52 millones de personas del África Austral, el sur del continente, se verán afectadas este año por la inseguridad alimentaria que golpea a la zona, debido a los efectos de la pandemia de la covid-19.

Así lo ha asegurado, este jueves, la directora regional de este organismo de Naciones Unidas en el sur de África, Lola Castro, durante un seminario por internet organizado desde Canarias por Casa África bajo el título "Coronavirus en África: impacto en las emergencias humanitarias".

Castro, que ha estado acompañada por la responsable de operaciones de Médicos sin Fronteras (MSF) en el Sahel, Mari Carmen Viñoles, y del director de comunicación de Casa África, Joan Tussell, ha apuntado que, si para este 2020 se esperaba que en la zona hubiera entre 29 y 30 millones de personas con inseguridad alimentaria, ahora la cifra que manejan es de entre 42 a 52 millones.

De ellas, "estamos planificando atender a 14 millones, que serán los más vulnerables y con situaciones más agudas como mujeres, desnutridos, enfermos de sida, niños o personas afectadas directa o indirectamente por la covid", ha explicado Castro, con el objetivo de que, al menos "tengan una cesta básica alimentaria", ha añadido.

Esta directiva del PMA ha dibujado la situación en África Austral, un territorio castigado por la crisis climática con sequías, inundaciones y ciclones y que además arrastra el peso de tener la tasa más alta del sida, con 16 millones de personas contagiadas de las que seis millones no toman retrovirales.

La estadística también cifra en 20 millones de niños malnutridos de manera "permanente", seis millones de desplazados internos y un millón de refugiados en un territorio con conflictos en el este del Congo y en el norte de Mozambique que "también son una gran preocupación y afectan a la inseguridad alimentaria", ha matizado.

Una situación que empeoró el 26 de marzo con el cierre de fronteras de Sudáfrica, en un paso que imitaron otros países vecinos y no tan vecinos y que ayudó a frenar los contagios y aplanar la curva de muertos, pero que arrastró a la zona al cierre socioeconómico.

La responsable del PMA ha puesto sobre la mesa los efectos negativos de la covid-19 en la zona, "que han sido muy fuertes pues nadie se esperaba que un cierre socioeconómico iba a traer a una inseguridad alimentaria a tanta gente" hasta el punto de que inmediatamente dejaron de poder comprar la cesta básica.

Castro ha explicado que los gobiernos tienen registrados algunos grupos vulnerables, entre ellos niños, huérfanos y personas mayores que, en algunos países, "reciben una transferencia monetaria".

Sin embargo, la realidad durante la etapa covid ha hecho que se haya producido un incremento de personas demandantes de ayuda que "no responden a los grupos vulnerables tradicionales, sino que ahora son el taxista, la peluquera o quien vende en el mercado".

Ante este nuevo escenario, el PMA junto a las ONG han tenido que "ver cómo identificar esos grupos nuevos, incluso trabajar con satélites, para saber cuáles son las zonas peores" con la intención de que "todo el mundo tenga una transferencia monetaria", ha explicado.

África suma este miércoles más de 643.000 contagios en coronavirus con Sudáfrica, Egipto, Nigeria y Ghana encabezando la estadística y con cerca de 14.000 fallecidos.

La responsable de Médicos sin Fronteras en el Sahel ha asegurado que la irrupción de la covid a esta zona lleva "la tormenta perfecta" a un sistema de salud "ya de por sí frágil", donde faltan recursos, personal sanitario, y medicamentos, que se suman a una espiral de violencia, además de otras epidemias y enfermedades sobre el terreno como el ébola, el sida, la malaria o la malnutrición.

Aunque las dos participantes han puesto sobre la mesa la falta de test lo que impide hacer una fotografía exacta del alcance de la pandemia en el continente africano, Viñoles sí ha pedido a los gobiernos del Sahel que, a pesar de los datos en la zona, "no bajen la guardia", no se abandonen las campañas de promoción y sensibilización en la población ni se relajen las medidas de protección entre el personal sanitario.

Además, ha reconocido el gran reto al que se han tenido que enfrentar las ONG: "La no movilidad de trabajadores humanitarios" debido, entre otras situaciones, a que en muchos países no se ha dado el visado al personal sanitario de las organizaciones humanitarias.

La trabajadora de MSF se ha mostrado preocupada con la situación que se podría plantear en los próximos tres o cuatro meses, "los más complicados sanitariamente" en la zona del Sahel, pues se junta la pandemia de la covid que "se dice controlada, pero no se tiene la foto exacta de lo que está pasando", con el periodo de hambrunas y la época del pico de malaria.

Otra de las grandes preocupaciones de MSF es la capacidad limitada que tendrán los habitantes del continente a vacunas o a nuevos medicamentos y ha puesto como ejemplo el Remdesivir, el primer tratamiento que puede reducir el tiempo de hospitalización de los pacientes con la covid y cuyo laboratorio vende a 2.000 euros, lo que hace que "África jamás pueda tener acceso a él".

La propagación de la covid-19 ha encontrado un aliado en la inseguridad que azota parte del continente africano, especialmente los países del Sahel expuestos a la presión de los grupos armados radicales islamistas, las redes criminales y los conflictos interétnicos que desatan luchas armadas entre pastores y agricultores por la falta de recursos.

"La inseguridad afecta a la respuesta a la covid", ha asegurado Viñoles quien cree que esta inestabilidad "impacta en una respuesta humanitaria directa" y produce que haya menos organizaciones humanitarias en la zona.

Tampoco juega a favor en la lucha contra el virus otras realidades como la falta de agua que impide el lavado de manos, algo tan fundamental para evitar contagios, o el hacinamiento en viviendas donde viven decenas de personas en espacios muy reducidos.

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