Eduardo Hernández, premio Joven Canarias 2019
“Como no cambiemos La Graciosa, la energía de la Isla terminará echándonos”
Eduardo Hernández, premio Joven Canarias 2019
A sus 18 años, Eduardo es un líder juvenil en La Graciosa y acaba de recibir el Premio Joven Canarias 2019, un galardón que, asegura, le hace especial ilusión y cuya consecución ha sido “una motivación” en su vida. Este entusiasta graciosero, que lleva su Isla “en salitre y piel”, asegura, sin embargo, que “hay que cambiar La Graciosa”.
-¿Por qué le hace tanta ilusión ser el Premio Joven Canarias 2019?
-Porque ese premio ha sido una motivación en mi vida. Lo he perseguido desde que tenía 13 años, cuando leí la convocatoria en el periódico que compran en mi casa. Recuerdo que le dije a mi madre “yo quiero ganarlo” y ella, como diría cualquier madre, me dijo “algún día, cuando seas grande”. Lo que ella no esperaba es que lo terminara ganando de verdad. Pienso que es el mayor reconocimiento que le pueden dar a un joven canario en el ámbito que yo trabajo, aunque hay galardonados de todos los sectores. El accésit individual de este año es, por ejemplo, para una gran ajedrecista. También es un honor que me haya propuesto el director del proyecto Jóvenes Puntales, Naroe Valls, que me eligió entre los ganadores de las tres ediciones de este certamen.
-¿Qué proyectos dirige en La Graciosa?
-Soy secretario de la asociación Culdecase, centrado en actividades deportivas y también culturales y que ha cambiado de directiva. Ahora acaba de nacer un equipo de fútbol sala, Teguise-La Graciosa y hay actividad de vela latina y el club de gimnasia deportiva, que funciona muy bien. Después, he impulsado dos proyectos, Conexión, del que soy coordinador, y Siete en la 8ª, que presido. El primero funciona un poco como una tutoría para una decena de chicos de 14 o 15 años. Mi papel es de mentor, les traslado lo que yo aprendí a lo largo de la vida: el espíritu juvenil, la dedicación al trabajo, el fomento de las tradiciones y costumbres, que es lo que nos identifica. Se trabaja en ámbitos geográficos, en nuestro caso Caleta de Sebo y por fases, empezando por la inteligencia emocional, para terminar por dar herramientas de liderazgo, para enfrentarse a encuentros juveniles, a actos públicos... Por su parte, Siete en la 8ª es el proyecto que presenté en 2017 al certamen Jóvenes Puntales y que se basa en la unión de las ocho islas canarias, a través de encuentros de las asociaciones juveniles, para salvaguardar las tradiciones y costumbres canarias, con actividades y juegos de dinamización. Aunque nacimos como asociación cultural, en la actualidad somos más bien un grupo de trabajo para organizar los eventos festivos, el Carmen, los Carnavales, Semana Santa... Las dos asociaciones están hermanadas.
-¿Le da tiempo para todo estudiando Bachillerato en Haría?
-Me he criado en un ámbito luchador. En mi familia, si hay que conseguir algo, se hace. Mi abuelo era como yo, espabilado, fiestero. A la familia de mi padre se la conoce como Los Fuelles y a la de mi madre como Los Arroyaos. Yo toco las dos.
-¿Cómo vivió, en su infancia y adolescencia el cambio de vida en su Isla?
-Siempre digo que el punto de inflexión fue la retransmisión de las campanadas de 2014. Fue un antes y un después. Aunque muchos, incluso que alquilan casas, reniegan de que llegue tanta gente, yo pienso que es lo que nos da de comer, sin turismo no hay economía. Eso sí, debe haber un control administrativo, un registro, como ocurre en cualquier hotel, por otra parte.
-Con 13 años formó parte de la delegación que entregó en el Congreso de los Diputados la petición de La Graciosa, la Octava Isla ¿Eso le abrió las inquietudes políticas?
-Nunca he tenido una ilusión como aquella. Fue la primera vez que salí de las islas y encima fue para algo tan bonito y que se pudo lograr, culminando con la Medalla de Canarias. Sin embargo, y aunque tengo mi ideología, por supuesto, que coincide con la formación que gobierna en el municipio, nunca mezclo mis ideas con el ámbito de la dinamización por mantener siempre la independencia, ya que hay que ir a pedir al que gobierna en cada momento. Con respecto a las aspiraciones políticas, si hubiera aceptado entrar en todos los partidos políticos que ya me han llamado, estaría en éxtasis. Pero me queda mucho que aprender y no puedo meterme en listas con 18 años, sin acabar mis estudios. Para ser político tienes que formarte porque no puedes defender un país siendo un palurdo.
“Mi abuelo era como yo, espabilado, fiestero. A la familia de mi padre se la conoce como Los Fuelles y a la de mi madre como Los Arroyaos. Yo toco las dos”
-No me diga que tiene aspiraciones nacionales...
-Sinceramente, aún no sé en lo que voy a centrar mi vida porque tengo las alas más abiertas que un avión. Ni siquiera sé dónde acabaré, el mundo es muy grande para quedarme en mi casa. No me veo toda la vida en La Graciosa, aunque es mi vida y la llevo en salitre y piel. Yo quiero comerme el mundo. Desde que llevaba pañales quiero ser periodista y también llevo el teatro dentro. A lo mejor pruebo la política y en un mandato descubro que no me gusta, pero quiero probar. No sé, tengo una cabeza polifacética. Empecé el Bachillerato de Artes Escénicas en la Pancho Lasso y me cambié a Humanidades porque no vi un plan de estudios adecuado. Ni siquiera había lecturas de teatro. También hice la preselección para la Escuela de actores de Canarias, pero al final no pude ir porque repetí curso. En fin, que no sé qué acabaré haciendo. Sí creo que, sea lo que sea, lo estudiaré en Madrid.
-¿Cómo ve en la actualidad a la juventud graciosera?
-Aletargada. Aunque diferencio entre la juventud que va por mal camino y la que espero que sigan el bueno para llegar a un sitio correcto, porque si la cosa no cambia, La Graciosa acabará con tres personas mayores. Creo que es urgente contar con una casa de la cultura y de la juventud. Ahora nos reunimos donde cuadra, el salón parroquial, la cofradía o en una cafetería porque no hay sitio. Le he pedido al alcalde de Teguise mil veces que nos dé una de las casas que tiene el Ayuntamiento. Ya está concedida, pero ahora hay que dotarla de mobiliario. A nosotros no nos hace falta más que una mesa y una silla para empezar. Lo que creo es que La Graciosa hay que cambiarla. Si no la cambiamos nosotros a ella, nos va a cambiar ella a nosotros. Debemos valorar sus posibilidades, que son miles. Se pueden hacer proyectos de todo tipo, de investigación, de limpieza... La Isla tiene mucha fuerza, como Lanzarote, una energía tan grande que yo creo que, aunque es la más pequeña de las islas, es la madre de Canarias. Si no la valoramos, nos va a echar, nos va a dar miedo vivir allí si se crean energías negativas. Energías que vienen del mal turismo, de que otra gente construya y haga lo que le dé la gana.
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