Amada Traba y Chis Oliveira han escrito ‘Amarte. Pensar el amor en el Siglo XXI’, un libro que invita a reflexionar sobre este sentimiento: “Necesitamos amor, pero ¿qué amor necesitamos?”, que se presentó en Fuerteventura y Lanzarote
“La revolución pendiente de la igualdad está en el terreno de lo afectivo y sexual”
Amada Traba y Chis Oliveira han escrito ‘Amarte. Pensar el amor en el Siglo XXI’, un libro que invita a reflexionar sobre este sentimiento: “Necesitamos amor, pero ¿qué amor necesitamos?”, que se presentó en Fuerteventura y Lanzarote
El modelo amoroso tradicional “está inmerso en una crisis profunda” que se debe a varios factores entre los que están la caída del “espejismo romántico” y “la maternidad como destino”. Amada Traba y Chis Oliveira consideran que en el amor se encuentra “el núcleo duro de la conquista de la igualdad”.
Todo esto lo dicen en el pórtico de su libro Amarte. Pensar el amor en el Siglo XXI, que no es un libro de autoayuda, pero que pretende ayudar a que se aborde esta cuestión, sin soluciones mágicas ni recetas, pero “invitando a pensar el amor”.
“El amor, como toda construcción social, cambia con el tiempo”, señalan. Si la sociedad cambia, el amor también. El libro, que forma parte de la colección Feminismos, fue un encargo de la editorial Galaxia a Chis Oliveira, profesora de filosofía y pionera en la educación afectivo sexual, que quiso escribirla a cuatro manos y dos cabezas junto con Amada Traba, que es profesora de sociología en la Universidad de Vigo.
Primero apareció en gallego (y ya va por la sexta edición) y en 2019 salió en castellano en Los Libros de la Catarata. Está orientado especialmente a los jóvenes y por eso recoge referentes de la cultura popular, aunque combina el rigor de un libro académico con una narrativa amena.
Las autoras lo presentaron el pasado mes de febrero tanto en Fuerteventura, en Raíz del Pueblo, en La Oliva, como en Lanzarote, en el centro sociocultural de Playa Honda.
La cultura ha ido construyendo y transmitiendo el modelo amoroso que conocemos. Ahora, señalan, hay más mujeres con perspectiva de género haciendo una reflexión crítica sobre el amor y, por tanto, se empiezan a contar historias de otra manera: “Aparecen más mujeres a contar historias e incorporan cosas de su vida personal”. “Las luchas feministas han traído cambios de modelo pero queda mucho por hacer”, añaden.
Parten de esta premisa: “Sí que necesitamos amor, pero ¿qué amor necesitamos?”. Las autoras hablan de la jerarquía del amor: el amor de pareja es el rey y los demás están por debajo. Ponen un ejemplo: la amiga intermitente, que desaparece cuando tiene novio y aparece de nuevo cuando no lo tiene. En este caso, tanto ella como las amigas aceptan la jerarquía amorosa y se someten a ella. “Todas lo ven normal”. “La jerarquía -dicen- pone las bases de la desigualdad y la violencia”.
Ellas consideran que “en la jerarquía amorosa la pareja no es lo prioritario” y creen que el amor de la amistad puede ser la referencia de un amor menos exclusivo, con mayor respeto y compromiso.
Valoran, igualmente, el apego y el cuidado y el buen cultivo de las relaciones. “Hay que prestigiar los cuidados porque el prestigio te lo da lo público, no lo privado”. Y los cuidados son privados y en su mayoría los llevan a cabo las mujeres. “Si lo siguen haciendo solo las mujeres, no se prestigiarán”.
En su libro no solo tratan sobre el amor de pareja ni sobre el afectivo sexual, sino que abarcan todos los amores, una “tupida red de amores”. Hablan del poliamor y de otras relaciones “en esta sociedad donde se sustituye ser por tener”: “Ni el amor eterno ni el aquí te pillo, aquí te mato”, puntualizan.
Nombran las relaciones de usar y tirar, sin profundidad, fruto del consumismo aplicado a las relaciones. Y dicen que el amor no tiene por qué ser heroico. “Hollywood te hace creer, que si no vives una aventura apasionada, no merece la pena, y no es cierto; una no puede estar alimentada por estas fantasías”. Por eso apuestan por “ponerle cabeza al amor”.
“Desde la infancia vivimos la fantasía del amor, nos enamoramos del amor, nos hacen creer que somos seres incompletos, que no somos nada sin la otra parte. El sistema y la cultura patriarcal usa este tipo de amor para canalizarnos, para entrar dentro de las coordenadas”, dicen las autoras. O, como dice Marcela Lagarde: cautivar en el cautiverio. “Estamos contentas de estar en ese cautiverio”, dicen.
Las niñas, amor. Los niños, trabajo
Dan charlas en institutos y hacen ejercicios en clase con escolares de secundaria. Preguntan a niñas y niños cómo se ven dentro de diez años. Las respuestas son diferentes. En general, el futuro de los niños siempre se centra en lo profesional, mientras que en las niñas su proyección es el amor y su trabajo es como un complemento. Por eso dicen que educar es una responsabilidad de todos y están convencidas de que “la revolución pendiente de la igualdad está en el terreno de lo afectivo y sexual”.
¿Y cómo es la educación sexual en España? “No existe”, contestan. “La educación es la pornografía” y cada vez es más brutal porque se necesita más intensidad para lograr satisfacción: “cuanto más atroz, más visto”
En ese nuevo marco, los chicos también tienen mucho que ganar “porque también sufren con el amor y con las relaciones”, porque ese tipo de amor no es necesariamente el que ellos elegirían, como recuerda el verso de Luis Cernuda: “Aprendí el oficio de hombre duramente”. “Hay que buscar una nueva forma de vivir las relaciones como fuente de felicidad”.
¿Y cómo es la educación sexual en España? “No existe”, contestan. “La educación es la pornografía” y cada vez es más brutal porque se necesita más intensidad para lograr satisfacción: “cuanto más atroz, más visto”.
Los adolescentes tienen acceso al porno, “aunque no lo busquen”, antes que a su primera relación sexual. Son pornonativos y “su imaginario puede no dejarles sentir de forma libre”.
Creen que hay que hablar de educación afectivo sexual, no solo sexual, y que hay que impartirla desde Infantil, que consista en aprender a sentir y relacionarse con el cuerpo. “No se trata de enseñar a masturbarse, ni de enseñar educación para la reproducción, no es eso”, apuntan. “Si no hay educación sexual, es más fácil que haya abusos sexuales y violencia”.
Creen que ahora se educa para “mal amar” y, en el último capítulo del libro, se plantean qué se puede hacer “para aprender a bien amar”. Muchos de los capítulos van subtitulados con nombres de canciones, y en este caso es Love me tender (ámame tiernamente). “Tenemos que tomar conciencia y disfrutar de forma sana, pactar lo que queremos y reconocer los límites”, concluyen.
Añadir nuevo comentario