"Nada anterior, dejando de lado las guerras de todo tipo, es comparable a esta situación de parón total. Nadie imaginaba hace unos meses que esto pudiera ocurrir”
Aguilera Klink: “Hace falta una nueva economía, más local, aunque baje el PIB”
"Nada anterior, dejando de lado las guerras de todo tipo, es comparable a esta situación de parón total. Nadie imaginaba hace unos meses que esto pudiera ocurrir”
La pandemia de coronavirus evidencia la necesidad de "un cambio en los patrones de consumo y en los de movilidad, para adaptarlos a una economía más local" que tenga en cuenta el bienestar de las personas, aunque el PIB se reduzca, defiende el Premio Nacional de Economía y Medio Ambiente Federico Aguilera Klink.
"Nada anterior, dejando de lado las guerras de todo tipo, es comparable a esta situación de parón total. Nadie imaginaba hace unos meses que esto pudiera ocurrir o que pudiéramos llegar a esta situación", asegura en una entrevista con Efe este catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de La Laguna.
Y, desde su punto de vista, "esto lo cuestiona todo, la economía que destruye los ecosistemas y a la que las grandes corporaciones y gobiernos no quieren renunciar, a pesar de que destruye, también, la salud de las personas".
El reto clave consiste, en su opinión, en "cambiar de modelo y de racionalidad económica, adaptar la economía a los ecosistemas y generalizar la agricultura ecológica, local y de temporada, lo que beneficiaría a nuestra salud y a nuestra manera de vivir, aunque disminuya el producto interior bruto (PIB), indicador que solo muestra a qué velocidad vamos, pero ignora los costes sociales reales y la dirección a la que nos dirigimos".
"Una disminución del PIB podría ser consecuencia de una mejora en el bienestar de los ciudadanos. Creemos que es normal y deseable que crezca continuamente el volumen de negocios, es decir, que aumente el PIB, aunque no sepamos cómo beneficia ese aumento a las personas ni las consecuencias ambientales que tiene", reflexiona.
Aguilera Klink subraya que, con frecuencia, se olvida que "el PIB es un indicador de velocidad", pero no refleja "la dirección hacia la que nos dirigimos".
"Crecer o decrecer en términos monetarios no significa que vayamos ni bien ni mal, si no sabemos a costa de qué se crece o se decrece ni cómo afecta a las personas y al medio ambiente ese crecimiento o decrecimiento", insiste este economista.
El PIB puede aumentar, entre otras actividades, gracias a los atascos de tráfico -por el consumo de carburantes-, debido al aumento de accidentes laborales y de circulación o por el incremento de enfermedades y de muertes generado por una alimentación insana basada en una agricultura que depende de los agrotóxicos, así como por el crecimiento de la venta de medicamentos para paliar síntomas de enfermedades generadas por las condiciones de trabajo.
Además, destaca Aguilera Klink, un aumento del PIB no supone por sí mismo una mejora de las condiciones de vida de las personas; puede conllevar una gran desigualdad, como ha sucedido en los últimos años, si la riqueza no se distribuye y se hace extensible a una mayoría de los ciudadanos.
A juicio del Premio Nacional de Economía y Medio Ambiente de 2004, es necesario girar hacia un estilo de vida compatible con la conservación del planeta, que incluya una agricultura ecológica de proximidad a pequeña escala, la disminución del transporte individual e incluso la reducción del turismo.
"No podemos mantener el nivel tan elevado de consumo actual, pues estamos deteriorando los ecosistemas que nos permiten vivir, algo que se vuelve contra nosotros", afirma.
De la misma manera, considera que España no puede seguir recibiendo tantos turistas: "El turismo tiene que bajar, pues desde el punto de vista medioambiental no es sostenible".
En su opinión, "si los gobiernos fueran responsables, iniciarían un proceso hacia la relocalización de las actividades, con los incentivos necesarios para ello. Y habrá que presionarlos pues, de lo contrario, no va a cambiar nada".
Aguilera Klink cree además que, "sobre todo, hay que acabar con un sistema financiero que saquea al planeta y a las personas y destruye los atisbos de democracia".
"El sistema financiero sufraga literalmente la destrucción del planeta, pues son los grandes bancos los que apoyan las industrias más contaminantes y la fabricación de armas de todo tipo", asegura.
Sobre cuáles pueden ser las respuestas a un desafío tan grande como el que ha planteado esta pandemia, piensa que "tienen que salir de la propia sociedad, que debe exigir alternativas económicas, que existen y son factibles".
Es necesario "empezar a ver que vamos de cabeza al precipicio, guiados o pastoreados por una mayoría de políticos que está al servicio del sistema financiero y que no son independientes, pues, si lo fueran, si considerasen la honestidad como algo valioso y se tomaran en serio los valores democráticos, algo que no hacen, habríamos empezado ya a cambiar de rumbo".
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