Es un cementerio con una de las mayores concentraciones de cadáveres y con la particularidad de albergar jóvenes y recién nacidos
Descubierta una de las mayores cavidades funerarias aborigen con mil años de antigüedad
Es un cementerio con una de las mayores concentraciones de cadáveres y con la particularidad de albergar jóvenes y recién nacidos
La utilización de una de las mayores cuevas funerarias aborigen de Gran Canaria, situada en Guayadeque y a la que el Cabildo acudió el verano pasado gracias a una denuncia ciudadana, según las pruebas de carbono 14 tiene mil años de antigüedad, en torno al siglo IX y X, aunque las investigaciones pueden desvelar restos aún más antiguos.
Se trata de uno de los cementerios colectivos con mayor volumen de cadáveres, 72 individuos como mínimo, aunque se suma otra particularidad, y es que también hay jóvenes y al menos 10 recién nacidos, de modo que será la primera vez que se pueda estudiar una cueva de estas características con la tecnología arqueológica actual, explicó el arqueólogo insular Xabier Velasco, director del estudio efectuado por Verónica Alberto, arqueóloga de la empresa Tibicena a la que el Cabildo encargó la exploración.
La antigüedad puede ser aún mayor porque se trata de la datación de los primeros tejidos analizados, un hueso y un tejido de junco, pero los análisis proseguirán y, además, en la zona han sido encontrados restos del siglo IV y V.
El estudio antropológico que realizará ahora el Cabildo de los restos humanos recuperados -para conocer su edad, sexo y dieta, además de efectuar un análisis de ADN-, arrojará datos pormenorizados de su antigüedad y de cuánto tiempo fue utilizada, además de información muy valiosa relativa a las enfermedades que padecieron, de qué se alimentaban y cómo vivían, destacó Velasco, quien apuntó que la Institución insular intervendrá en esta cueva este año para garantizar la conservación de los restos.
La intervención arqueológica en un espacio sepulcral de estas características lo convierte en un lugar “fabuloso y excepcional”, que ofrecerá información de gran valor sobre la vida y muerte de la primera población de Gran Canaria, celebró Alberto, igualmente entusiasmada por la posibilidad de aplicar las más modernas técnicas arqueológicas.
La sensación que tuvieron al entrar en la cueva fue la de estar viviendo una experiencia que en Gran Canaria no se había podido experimentar desde aquellas exploraciones de finales del siglo XIX y principios del XX, en las cuales se describían los descubrimientos de importantes yacimientos funerarios.
Ya en estos primeros trabajos de campo, los expertos han podido identificar la presencia de procesos degenerativos (artrosis) que afectaron a las principales articulaciones de las extremidades, así como a diferentes tramos de la columna vertebral. También fueron identificados fracturas ya recuperadas y el cráneo de un hombre con huellas de violencia letal compatible con un golpe al que no sobrevivió.
Colaboración ciudadana
Esta cueva funeraria es una cavidad natural con un espacio externo de 12,5 metros de largo y 3 de ancho que en la actualidad está al descubierto debido a un derrumbe de parte de su techo. Se trata de una de las mayores cuevas funerarias de Gran Canaria junto a otras también localizadas en Guayadeque y las ubicadas en Acusa y Tejeda.
El lugar donde está la mayor concentración de restos óseos es solo accesible con técnicas de escalada al encontrarse a bastantes metros de altitud y ha sufrido varios procesos naturales de desprendimiento. Además, en uno de los bordes externos se conservan piedras alineadas que podrían ser los restos del muro de cerramiento que delimitaba el espacio sepulcral.
La intervención del Cabildo en esta cueva se inició en julio del pasado año tras una denuncia de la Asociación El Legado, cuyos integrantes advirtieron de la presencia de decenas de restos humanos al localizarla gracias a un dron. Y en este sentido, ambos arqueólogos destacaron la colaboración ciudadana y la correcta actuación de esta asociación.
La exposición directa de los restos a los agentes ambientales como el sol, la lluvia y los cambios de humedad, además de los excrementos de las aves, compromete seriamente la integridad de muchos de ellos, por lo que los técnicos del Cabildo optaron por la recogida, en el marco de la intervención arqueológica, de aquellos que tenían un riesgo inminente de desaparición para su depósito en El Museo Canario.
Diagnóstico de la cueva
Los trabajos de campo consistieron en una prospección para reconocer el entorno, diagnosticar la cueva y realizar un análisis bioantropológico de los restos tanto humanos como vegetales y pieles de las mortajas, además de maderas.
Debido a la configuración actual de la cueva es difícil establecer con certeza cómo se organizaba el espacio mortuorio, ya que toda la superficie está cubierta de restos, lo que indica que un uso de años en los que fueron depositando cuerpos, detalló Velasco.
Es posible que en su día la función sepulcral estuviera solo restringida a receptáculos que están en el interior y que la parte exterior actuara como un patio o una plataforma común para todas las cavidades. La plataforma inferior alberga gran cantidad de restos que se han precipitado desde la cavidad superior y son precisamente los que han sido recogidos para evitar su destrucción.
Por último, el equipo responsable de los trabajos arqueológicos atribuye el desorden de los huesos a rebuscas que se hicieron hace un siglo, con una metodología distinta a la que requieren los espacios de esta naturaleza, incluso con la contratación de enriscadores para extraer los huesos, pues eran valorados por sí mismos y no en su contexto como en la actualidad.
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