Expertos y ecologistas señalan que el objetivo principal debe ser la transición hacia un nuevo modelo energético renovable que suponga primero la reducción y después el cierre
El elevado nivel de contaminación de las centrales eléctricas de Lanzarote y Fuerteventura exige medidas urgentes
Expertos y ecologistas señalan que el objetivo principal debe ser la transición hacia un nuevo modelo energético renovable que suponga primero la reducción y después el cierre
La inmensa mayoría de la energía que se genera en Lanzarote y Fuerteventura, que son dos islas pero un solo sistema eléctrico, sale de las centrales eléctricas de Las Caletas y El Charco. Las dos centrales, hoy, son imprescindibles, pero contaminan. Y contaminan mucho. Además, ambas están muy cerca de viviendas y en ambos casos se está planteando su traslado urgente.
Ya en 2006 la Fiscalía pidió el traslado de la central de Las Caletas ante la acción “altamente contaminante” de las instalaciones. Las últimas licencias para poder ampliar la central con nuevos motores las ha anulado la Justicia y el Plan Insular de 1991 ya planteaba su traslado. Sin embargo, sigue siendo un asunto que no está en el primer puesto de la agenda.
Respecto a la central de Las Salinas, el Ayuntamiento de Puerto del Rosario ha pedido al Cabildo que considere la reubicación de la central fuera de la ciudad como un proyecto de interés insular. Puerto del Rosario propone en su planeamiento una nueva central en la zona de Zurita. Hay voces que consideran que eso podría afectar, por el régimen de los vientos dominantes, a Las Granadas, la zona del Hospital, Playa Blanca o El Matorral.
El nuevo consejero de Transición Ecológica del Gobierno de Canarias, José Antonio Valbuena, también ha reconocido en el Parlamento sus “dudas ambientales” con respecto a trasladar la central eléctrica de Las Salinas a la zona de Zurita. Valbuena ha manifestado que tanto “los políticos” como las “instituciones” han “fallado” con respecto a sacar la central del barrio de El Charco, además de reconocer que entre los numerosos problemas por la cercanía de la central a las viviendas se encuentran los de “salud”, y apuesta por tomar decisiones “valientes”, aunque evitando fijar plazos.
El traslado, no obstante, no parece una buena solución. “Trasladarlas es inviable. No es sencillo ni barato ni se puede hacer a corto plazo y ocasionaría los mismos problemas que hay ahora. Si se traslada, habría grandes problemas con las líneas y seguiría contaminando, así que la única alternativa razonable es el cierre, poco a poco”. Quien dice esto es Jorge Morales de Labra, ingeniero industrial que ha colaborado con el Cabildo de Lanzarote.
Pero no es el único. Agustín González, de la Plataforma por un nuevo modelo energético, da argumentos muy similares. “El traslado sería un problema mayor y hay que dar prioridad a las renovables porque el traslado de la noche a la mañana no es posible”. González dice que, aunque la central se desplace, la fuente de emisión continuaría y, además, habría que modificar las líneas y las subestaciones. “No reduces las emisiones, solo las trasladas”.
Añade que, con el actual planeamiento y la burocracia, es difícil pensar que la central pueda estar trasladada en un plazo menor a diez años. Por su parte, Fran Castro, de Ben Magec Ecologistas en Acción, destaca que en una superficie reducida, como es una isla, el traslado es complicado y es muy difícil que se instale en un sitio que no afecte ni a los vecinos ni al medio ambiente. “Nosotros somos partidarios de ir reduciendo la actividad, que haya menos emisiones”, puntualiza.
Los tres expertos destacan que el objetivo debe ser el cierre de las centrales basado en varios preceptos: un consumo energético menor o, en todo caso, basado en la demanda y no en la oferta, y también en la transición hacia un modelo descentralizado y con energías renovables. Morales de Labra destaca que el trabajo que se llevó a cabo para el Cabildo de Lanzarote concluía que en el año 2038, la Isla, con la tecnología actual, puede pasar del actual cuatro por ciento de renovables al 57 por ciento e incluso al 75 por ciento, utilizando baterías sin incremento de costes en el recibo de la luz.
Morales de Labra pone el acento en las baterías y señala que el Gobierno central es el que tiene que crear el marco legal para que se puedan desarrollar, pero que también hace falta un análisis económico para que se sepa si merece ya la pena invertir o no en baterías. González destaca que en Australia ya son competitivas las baterías.
Central eléctrica de Fuerteventura.
“El objetivo debe ser el cierre de las centrales, con el principio de un consumo menor o, en todo caso, basado en la demanda y no en la oferta”
No obstante, mientras se trabaja en ese objetivo, se plantea la posibilidad de si las centrales pueden ser menos contaminantes o menos ruidosas. En Baleares se van a implantar centrales de gas, no mediante regasificadoras, sino de gas transportado a través de depósitos. El gas es menos contaminante. Agustín González apunta que en Madeira también hay una central de gas, que es más eficiente, pero también es más caro, y su sustitución debería contar con el visto bueno del Gobierno central.
“Pero el gas es una tecnología del siglo XX y no tiene mucho sentido invertir en ella”, apunta Morales, mientras que Castro señala que la introducción del gas en Canarias no parece rentable, ya que las empresas reclamarían garantías de que la inversión pudiera durar al menos treinta años y eso “ya parece que va en contra de los objetivos principales porque paralizaría la transición energética”.
Morales de Labra dice que un punto de partida sería que Unelco Endesa sea lo más transparente posible: que publique cuánto va a invertir y cuánto va a reducir sus emisiones de óxido de azufre y de nitrógeno “y después nos podemos preguntar si hay una alternativa a esta empresa que sea más barata y que llegue al mismo objetivo. Si podemos conseguir lo mismo, pues hagámoslo”.
Una de las alternativas temporales, además de la posibilidad del gas, es la de instalar otra tecnología, como filtros que hagan que las emisiones sean menores, pero los expertos ponen como ejemplo la central de carbón de As Pontes, en Galicia, donde Endesa, la misma empresa, hizo una inversión de cien millones de euros para cumplir con la directiva de emisiones, pero después ha decidido cerrar porque no es competitiva.
Otro ejemplo es la refinería de Santa Cruz de Tenerife, que también cerró porque las nuevas exigencias la convertían en poco rentable. Sin embargo, en Canarias, Endesa tiene la retribución asegurada y el operador le paga en función de las inversiones que realiza. Por otra parte, Red Eléctrica Española anunció que iba a experimentar en Lanzarote con volantes de inercia, que mejoran la calidad del suministro, pero se desconocen los resultados.
Para Agustín González, las dos islas tienen suficiente potencial eólico y solar para poder llegar al cien por cien renovable junto con tecnologías de acumulación de baterías y, por tanto, se alcanzaría el cierre de las centrales, que sería el objetivo.
Castro dice que la clave es aspirar al decrecimiento en el consumo: “Ese es el punto de partida y no se está teniendo en cuenta”. La solución es gestionar la demanda, decrecer. Considera que solo se toma en serio la disminución cuando hay crisis, pero eso no es gestionar la demanda. González, finalmente, dice que lo importante es hacer más sostenible el sistema eléctrico en sí, no la central. Morales de Labra concluye que hay que acelerar el proceso de las renovables: “Lo que sea hay que hacerlo rápido” y Castro coincide: que todas las inversiones estén dirigidas a evitar el consumo de energía fósil.
La central de Las Caletas supera el límite de emisiones, tanto a la atmósfera como de ruido, que es de hasta 45 decibelios por la noche. Sus ampliaciones están fuera de ordenación. Los tribunales han anulado las últimas licencias concedidas por el Ayuntamiento y las autorizaciones del Gobierno de Canarias.
En 2009, Salud Pública emitió un informe, ante la solicitud de autorización para aumentar la potencia de la central, que concluía que la ampliación supondría “un incremento en el conjunto de exposiciones a contaminantes para las poblaciones del área de influencia, fundamentalmente Arrecife, lo que podría suponer un incremento potencial” en el “riesgo” para la “salud”. Un año más tarde informó de que “desde el punto de vista de protección de la salud la ampliación prevista no es compatible en su ubicación actual”.
Por otra parte, las emisiones no han hecho más que aumentar durante los últimos 25 años, un periodo en el que se han triplicado, coincidiendo con el periodo en que la Isla se mantiene como Reserva de la Biosfera. Además, Lanzarote sigue registrando los mayores niveles de ozono troposférico, conocido como el ozono malo, de toda Canarias, según un estudio elaborado por Ecologistas en Acción.
Durante 90 días se superaron los niveles máximos establecidos por la Organización Mundial de la Salud. Los habitantes de las islas de Lanzarote y Fuerteventura “respiran un aire perjudicial para la salud”, según las recomendaciones del citado organismo.
Los vecinos del barrio de El Charco, a su vez, se han dirigido al Parlamento europeo para exigir el traslado, mientras que los ecologistas piden que se lleven a cabo los controles on line de los niveles de contaminación del aire que hasta ahora no se realizan.
La central eléctrica de El Charco tiene una potencia instalada de 223 megavatios y 14 grupos, once diésel y tres turbinas de gas. Los grupos diésel utilizan fuelóleo con azufre y gasóleo. Cuando se instalaron los grupos 10 y 11, la Dirección General de Salud Pública ya destacó que Puerto del Rosario presentaba niveles de dióxido de azufre propios de ciudades industrializadas.
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