El Gobierno ha defendido las medidas adoptadas ante la pandemia del coronavirus, que ya han dejado la economía ralentizada y orientada a los servicios esenciales, y ha descartado una paralización mayor de la actividad industrial, un paso que, según los expertos, dificultaría más la recuperación.

Así, la vicepresidenta de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, ha asegurado este lunes que es "difícil entender" las reclamaciones de cierre total de la actividad industrial en España cuando la economía ya está "muy ralentizada" y orientada a los servicios esenciales -como el sector agroalimentario y servicios como gas, agua, electricidad y telecomunicaciones- y a la lucha contra el coronavirus.

Es importante ponerse en perspectiva, ha pedido Calviño que ha expuesto que para que un hospital funcione, debe funcionar la industria química y farmacéutica, también el transporte para que pueda ir el personal a trabajar o la industria textil para el material necesario.

El domingo, el presidente del Gobierno de Murcia, Fernando López Miras, ordenó el cierre de toda actividad económica no esencial en la comunidad, una decisión tras la que el ministerio de Sanidad recordó que este tipo de orden solo puede darla la autoridad competente, es decir la propia Sanidad, pero que el líder del PP, Pablo Casado ha respaldado: es preferible "pecar en exceso" que no quedarse cortos.

También el presidente catalán, Quim Torra, ha reclamado al Gobierno medidas más contundentes para garantizar un "confinamiento total".

"El catálogo de medidas de contención es el más fuerte de nuestro entorno", ha defendido este lunes Calviño que también ha reiterado que es clave "evitar el cierre de empresas y minimizar los despidos".

Una paralización aún mayor de la actividad -como la decretada el pasado sábado en Italia- podría contribuir a que la curva de contagios se frene antes pero con un impacto económico mayor tanto a corto plazo como en la posterior recuperación, señalan los expertos consultados.

"Ahondar en el cierre de la actividad productiva supondría considerar como no esenciales algunos de los sectores que fueron excepcionados (...) como el de los servicios informáticos, las ópticas, las papelerías y las tintorerías", explica el investigador de EsadeEcPol Carlos Victoria.

"Aún sin conocer detalles de cómo se implantaría este hipotético cierre de la actividad productiva (...) el efecto sería ahondar en la ralentización de la economía en el corto plazo", apunta Victoria.

"Las circunstancias nos llevan a tener que escoger entre dos opciones posibles, o tratar de minimizar el impacto económico a riesgo de que la tasa de contagios pueda crecer durante más tiempo (...) o bien aceptar una caída más profunda de la actividad cerrando todas las actividades que no se consideran esenciales a cambio de que la curva de impacto del virus previsiblemente se tuerza mucho antes", reflexiona el profesor de la UOC, Josep Lladós.

"Si al final de esta semana no se tuerce la curva de contactos, posiblemente la mejor opción sería el cierre de todas las actividades económicas no consideradas esenciales", añade Lladós.

Entre esas actividades "no esenciales", el profesor de EAE Business School Anindya Saha señala algunas: la construcción, el reparto de comida a domicilio, kioscos y tintorerías, la venta por internet de productos que no sean de primera necesidad o el trabajo de los autónomos que se mueven a hacer reparaciones.

Una paralización mayor, como la adoptada en Italia, que llevaría al país en "una profunda recesión", advierte a Efe el profesor del IEB, Javier Santa Cruz.

"Pasaríamos del escenario actual donde es más probable que se produzca una recuperación más o menos rápida a un escenario en el que sería imposible a medio plazo poder recuperar los ritmos de crecimiento y detener una destrucción de empleo, cierre de actividades y por tanto una destrucción de capital", reflexiona Santa Cruz.