Los vecinos se quejan del aislamiento y abandono de este núcleo que demanda una mejora de la iluminación y de la accesibilidad para los carros de bebés
El Matorral pide limpieza y un nuevo parque infantil
Los vecinos se quejan del aislamiento y abandono de este núcleo que demanda una mejora de la iluminación y de la accesibilidad para los carros de bebés
El Matorral sigue aislado y con infraestructuras precarias, a pesar de reunir a unos 3.000 residentes y ser el barrio del municipio de Puerto del Rosario con más habitantes. Las familias afincadas en esta localidad se quejan de la falta de parques infantiles y espacios para mayores, iluminación, limpieza y canchas deportivas.
Sufren bastante contaminación por el abultado tráfico de vehículos para las zonas industriales, y necesitan calles y espacios más accesibles para pasear con los carros de bebés. Además, los vecinos piden una línea propia de transporte público que comunique con la capital, ante el volumen de viajeros que registra El Matorral, La Mareta y el aeropuerto insular.
“Llevo cuarenta años viviendo en El Matorral y este pueblo sigue estando olvidado por parte del Gobierno de Puerto del Rosario, aislado, muy sucio y sin iluminación”, asegura la vecina Carmen Morales. Ella reconoce que en las últimas dos décadas se han construido muchas viviendas, y “han mejorado algunas cosas, pero seguimos totalmente abandonados”, resalta. “Antes no había aceras y todas las pistas eran de tierra pero la situación ahora es casi peor, hay numerosos peligros para los niños, poca seguridad, ocupas y mucha gente de paso”, advierte.
“Antes nos conocíamos todos pero ahora se ha urbanizado demasiado, residen el doble de habitantes y se necesita una modernización de las infraestructuras y mejoras en las comunicaciones”, explica Morales.
Las familias se quejan de la falta de mantenimiento en los espacios públicos, y debido al volumen de vehículos que transitan por el barrio, ya que se hallan junto a la zona industrial del Matorral y Costa Antigua, soportan bastante contaminación y suciedad. “A lo que se unen los problemas con los excrementos de perros por la falta de civismo de los residentes”, insiste esta vecina. Una localidad en la que todavía quedan varios talleres y negocios dentro del pueblo, y que combina el uso residencial con el industrial.
Las madres se reúnen en la puerta del colegio cada mañana y comentan los problemas que se suceden en este barrio que ha multiplicado su población. “El parque infantil se ha quedado muy pequeño para la población actual, por la tarde está saturado de niños y no tenemos limpieza, pero pagamos nuestros impuestos y pertenecemos al municipio capitalino como el resto de los pueblos”, se queja Yoana Marcillo.
“Caminar con el carro del bebé es una odisea con aceras rotas, agujeros..., y tenemos muchos problemas de accesibilidad”, comenta indignada la joven junto a Carolina, ambas con sus dos niños en carrito. Junto al colegio han ejecutado una plaza con bancos pero las madres consideran que falta sombra, mobiliario urbano e incluso un parque de ejercicios para niños y adultos para atender las necesidades de las familias residentes.
“Tenemos un campo de fútbol con un césped en mal estado, y en general el pueblo pide que se modernicen las calles, aceras y espacios públicos porque somos el barrio más grande de todos los del municipio”, apuntan. Una localidad multicultural que se refleja en el colegio, que se halla saturado al acoger a alumnos de El Matorral, Caleta de Fuste y de pagos cercanos.
Este mes el pueblo celebra sus fiestas patronales en honor a San Juan y en su programa de actos deportivos, musicales y culturales se implican numerosos vecinos. Desde hace varios meses una Comisión de Fiestas trabaja para que la celebración “crezca cada año”.
La localidad cuenta también con una asociación de vecinos, que preside Marcos Hernández, y que recoge los problemas que se registran día a día para mejorar la calidad de vida de este núcleo, como limpieza de solares, limpieza de calles, asfaltado y piden reducir la velocidad de los vehículos que circulan por el interior para mejorar la seguridad vial.
Iluminarse con el móvil
La situación se torna peligrosa para los residentes del conocido como ‘barrio nuevo’, en la parte trasera del Matorral, porque el barranco sigue sin canalizar y carecen de accesos peatonales, iluminación y aceras para acceder al centro del pueblo.
“No tenemos aceras, pasamos por la carretera, no hay farolas y por la noche vamos con la linterna del móvil para alumbrarnos”, destaca Sandra Espino. “Resulta lamentable vivir así en el siglo XXI”, resume. “En mi caso no tengo coche, salgo temprano con mi hija para llevarla al colegio, regreso con la compra y hay bastante distancia”, indica. Por las tardes en invierno, estas familias no pueden ni siquiera acudir al parque infantil o la plaza porque resulta “bastante peligroso”. “Los coches circulan a gran velocidad, no hay arcén, ni acera y hay que pasar por el barranco y la pista de tierra”, cuenta enfadada Sandra.
Los residentes de la zona demandan un acceso peatonal, aceras e iluminación, “pero el abandono por parte del gobierno municipal es enorme”, denuncian los residentes. “Creo que no pedimos tanto, se trata de los servicios básicos para vivir con un mínimo de calidad de vida en esta zona”, argumentan.
“Queremos una línea de guagua regular y propia con la capital”
El Matorral ha reunido a muchas familias jóvenes, ante la gran cantidad de dúplex que se han construido en los últimos años, pero sus habitantes denuncian que el pueblo permanece aislado, abandonado y mal comunicado con la capital.
“Consideramos que tenemos derecho a una línea de transporte urbana pública y propia que conecte con frecuencia el aeropuerto y El Matorral con la capital porque sufrimos los mismos problemas de comunicación que hace veinte años, y no conseguimos avanzar”, lamentan.
La línea de Caleta de Fuste y del Sur pasa por el pueblo, “pero si la guagua viene llena no para”. “Vivimos a tan sólo diez minutos de Puerto del Rosario y si vas a ir en guagua tienes que salir de casa dos horas antes, resulta vergonzoso porque dependemos de otras líneas cuando nos merecemos una propia”, demandan los residentes.
Consideran que ante el crecimiento de El Matorral, La Mareta y el volumen de viajeros que van al aeropuerto urge una línea de bus regular y específica que conecte estos barrios con la capital cada media hora. “Cada día es una incertidumbre, no sabemos a qué hora estaremos en nuestro destino.
Nos ponemos en la parada a primera hora de la mañana o de la tarde, y a esperar a ver qué guagua está libre y nos lleva a la capital”, indican los viajeros. “Algo indignante en los nuevos tiempos para los mayores, trabajadores y estudiantes que no conducen o carecen de vehículo propio”.
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