DIARIO DEL CORONAVIRUS (I)

Grados y capas

Saúl García 0 COMENTARIOS 16/03/2020 - 19:35

Hace solo tres días tenía un vuelo a Sevilla del que debía haber vuelto este lunes por la mañana. Qué tiempos aquellos: del cabreo por no poder hacer un viaje a la preocupación por cómo mantener el trabajo, o los ingresos, en los próximos meses. El sábado por la mañana, Arrecife amanecía a medio gas, sin mercadillo, pero con algunos bares abiertos y otros cerrados. Hoy esa foto fija sería una aglomeración. Cómo hemos cambiado en un fin de semana.

Tengo la suerte de tener buenas vistas desde mi casa. Así, el encierro es un poco menos encierro. Veo la calle y el mar. Lo que no imaginé nunca es ver un coche de policía anunciando por megafonía la prohibición de estar en la calle, y que de él se bajara un agente con mascarilla para decir en inglés a una pareja con sus tres hijos que desalojara el parque infantil. A pesar de eso, no me deja de sorprender la normalidad con que se acepta la distopía.

Soy consciente desde hace años de que este mundo que hemos creado tiende al absurdo y de que esta isla en particular está sostenida sobre una ficción. O sobre una realidad muy vulnerable. La reserva de agua potable no alcanza los tres días, dependemos totalmente del exterior para alimentarnos, sin petróleo no tendríamos luz y no llegarían los turistas. Tampoco imaginé que el colapso turístico llegara de la mano de un virus.

Después de los grados de la crisis (o de la crisis gradual), las capas. Entiendo (o quiero entender) que la más importante es la sanitaria: evitar las muertes y evitar el colapso sanitario, no llegar a la situación de tener que escoger a quién se puede atender y a quién se deja morir. En Lanzarote esa situación parece lejana. Esperemos que sea más lejana de lo que parecía el viernes la situación de hoy.

Después está la cuestión doméstica. Recomendaciones: dosificar la información, las redes y el humor, que puede ser tan necesario como cargante. No entiendo algunas medidas pero las acato. Una alarma no atiende a las circunstancias particulares de cada uno. No me cuesta mucho ocupar el tiempo e incluso debo descartar un exceso de estímulos de entretenimiento o culturales. Esto puede tener consecuencias inesperadas para la convivencia. Y no todas malas.

La última capa es la de la incertidumbre económica. Hasta hace unos días, ser buen ciudadano era sinónimo de ser buen consumidor. El descenso del consumo alcanza también al energético, así que el giro puede ser positivo para el Planeta aunque sea desastroso para muchas economías familiares, al menos a corto plazo. Pero el problema va a ser grave. Es probable que no haya un territorio en toda España con mayor dependencia del turismo, y ya se está solicitando el cierre de la planta hotelera durante tres meses. Las grandes empresas presentarán expedientes de regulación de empleo y las ayudas económicas caerán de arriba hacia abajo. Ojalá me equivoque, pero las pymes, autónomos y trabajadores van a ser el grupo de riesgo más vulnerable de la crisis del coronavirus. El virus será especial pero la crisis será de manual.

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