Un laboratorio para investigar especies extinguidas, en riesgo de desaparición
Grito de auxilio de paleontólogos y ecologistas por Pecenescal y Hueso del Caballo, dos joyas de la paleontología
Un laboratorio para investigar especies extinguidas, en riesgo de desaparición
Pecenescal y Hueso del Caballo, en la península de Jandía, son dos joyas de la paleontología canaria. Su investigación ha permitido localizar fósiles de especies extinguidas hace miles de años y documentar restos del Pleistoceno Superior y el Holoceno. Aún atesoran especies sin identificar que los convierten en un laboratorio para los científicos. Sin embargo, la falta de control y medidas de protección y la presión humana han provocado que sean dos de los lugares más alterados de la paleontología majorera.
Antonio Sánchez Marco es paleontólogo e investigador del Instituto Catalán de Paleontología. Es uno de los responsables de las excavaciones del yacimiento paleontológico de Órzola, en el norte de Lanzarote, donde se han encontrado huevos de un avestruz del Plioceno. En sus visitas a Fuerteventura, siempre termina visitando el barranco de Pecenescal.
Asegura que toda la península de Jandía es “muy rica en fósiles” y enumera entre sus joyas a Cofete, La Degollada, Hueso del Caballo, Matas Blancas o Pecenescal. En este último, con fósiles del Pleistoceno Superior y el Holoceno, insiste, “los fósiles casi te asaltan. Pasas por allí y salen a tu encuentro”.
El paleontólogo explica cómo Pecenescal es “particularmente interesante porque hay distintas épocas en un área relativamente pequeña. Además, hay bastantes zonas con cáscaras de gasterópodos terrestres, caracoles, y esto nos permite realizar estudios paleoclimáticos y saber cómo ha sido la dinámica climática desde el comienzo del interglaciar en el que estamos, el Holoceno”.
La paleontóloga y conservadora del Museo de la Historia de Tenerife, Esther Martín, coindice con Sánchez en el potencial científico del lugar. Indica que su principal riqueza es que “es una duna fósil”.
Martín también destaca el interés del lugar para el estudio paleoclimático “porque, en medio de los paquetes de arenas, a veces encontramos pequeños nivelitos más rojizos que son paleosuelos”. La paleontóloga explica cómo “las dunas indican periodos secos y áridos con mucho viento, normalmente, mientras que esos pequeños nivelitos lo que nos indican es que son fases más húmedas”. Por tanto, añade, “nos indican cambios paleoclimáticos en el pasado de importancia, quizá de hace unos 50.000 años”.
El interés del yacimiento también radica en los restos de las especies que han aparecido en sus arenas. Antonio Sánchez, especialista en aves fósiles, explica cómo en la zona de Pecenescal se han podido localizar huesos de aves marinas como la paleoespecie Puffinus holeae, un tipo de pardela extinta en Canarias además de restos de pardela cenicienta (Calonectris diomedea) y de pardela pichoneta (Puffinus puffinus). También han localizado restos de la extinta codorniz canaria (Coturnix gomerae).
A pesar de su riqueza, el paleontólogo asegura que “es de los sitios más alterados de Jandía. Es precioso, lleno de dunas, con arenas sueltas”, pero expuesto a diario a la presión humana, pues “hay a quien se le ocurre meterse con motos a hacer cross o circular con todoterrenos por fuera del camino habilitado, yendo por las dunas y haciendo nuevos caminos”. En su última visita, el pasado mes de septiembre, Antonio también se encontró con restos de basura.
Como posible solución, este experto en paleontología plantea cortar el paso de vehículos. “Si son solo caminantes, un número pequeño, no se deteriora. Es un lugar apto para la visita, pero lo que hay que hacer es no meter los vehículos”, insiste.
La paleontóloga Esther Martín advierte, por su parte, del “tremendo riesgo de pérdida de arena en toda la zona de Jandía”. La especialista explica cómo ha descendido la potencia que había de arena en movimiento, lo que ha creado “una pérdida de la cobertera natural del yacimiento y ha hecho que los procesos erosivos sean más intensos sobre el yacimiento”.
No se sabe el motivo exacto que repercute en la pérdida de arena. Algunos hablan de las barreras urbanísticas construidas, los hoteles en la costa norte que no dejan ascender la arena hacia determinadas zonas, también el efecto de la autovía. Pero “nos hemos dado cuenta de que también hay pérdidas en la parte alta. Además, el aumento mínimo del mar deja menos arenas expuestas, lo que hace que no pueda ser movilizada por el viento”, explica Martín.
El geógrafo y periodista ambiental César-Javier Palacios se suma a la denuncia, ante la situación en la que se encuentra el yacimiento de Pecenescal y recuerda que el lugar “guarda restos fósiles de especies sin identificar”. Palacios alerta del peligro que conlleva salirse de los caminos de tierra, pues “supone caminar por las dunas y eso significa destrozar el yacimiento. Vas caminando y vas rompiendo fósiles, sin percatarte de que se están rompiendo unos recursos paleontológicos muy importantes”.
Pardela extinta
Antonio Sánchez también pone el ojo en Hueso del Caballo, en el istmo de La Pared. Su carta de presentación indica que es un yacimiento paleontológico del Pleistoceno Superior, de unos 150.000 o 130.000 años, donde se encontraron huesos y huevos de la extinta pardela del jable (Puffinus holeae).
“Si anuncias los espacios naturales como sitios, sin existir una regulación sobre esos entornos, con el paso de los quads, más las extracciones, lo conviertes en un parque temático”
Este paleontólogo explica que es un sitio “muy rico en fósiles, además de ser el yacimiento tipo de la pardela endémica holeae, es decir, donde se sacaron los primeros huesos que sirvieron para describir la especie. Al ser el yacimiento tipo tiene que estar oficialmente protegido”, aclara. En sus arenas también han aparecido restos de moluscos, celdillas de insectos, huesos de ratón de malpaís, huesos de hubara y aún queda mucho por descubrir.
A pesar de su riqueza, no se ha salvado del vandalismo, con mensajes grabados en las dunas como te quiero, o corazones dibujados. “Al tener las dunas consolidadas es muy fácil que graben nombres, pero lo que están haciendo es destrozarlo con una velocidad increíble”, denuncia. Cree que en una zona del yacimiento habría que poner una alambrada. “Hay una zona que es muy importante y se debe acotar”, manifiesta.
La comunidad científica está preocupada por la situación de estos dos yacimientos paleontológicos, ninguno de ellos declarado Bien de Interés Cultural (BIC). También están preocupados los grupos ecologistas. Juan Carlos Cabrera es uno de los fundadores de Guanil, un colectivo que trabaja en la defensa del territorio de Fuerteventura. Este técnico ambientalista es rotundo y asegura que la Isla sufre “un abandono total de sus yacimientos paleontológicos”.
Recuerda cómo, tras la realización de las cartas paleontológicas y las investigaciones en Pecenescal, se dieron cuenta del deterioro que tenía el yacimiento, sobre todo, por “la extracción de arena que se había hecho con el paso de la carretera”. A principios de los noventa, asegura “se sacaba arena de toda esa zona para las construcciones turísticas”.
También afirma que la antigua carretera, pero, sobre todo, la autovía en la parte exterior de Costa Calma, “ha afectado a un tramo bastante importante del yacimiento paleontológico” y recuerda que, “cuando se estaban haciendo los agujeros de la carretera, se sacaron caracolas y otros restos paleontológicos con la propia obra”.
“El yacimiento está abandonado porque en la Isla no se están haciendo estudios ni trabajando para su recuperación”, sentencia el ecologista. “Están en el mismo proceso de deterioro que estaban hace diez años. Si anuncias los espacios naturales como sitios, sin existir una regulación sobre esos entornos, con el paso de los quads, más las extracciones, lo conviertes en un parque temático”, comenta.
La ordenanza insular de la Red Oficial de Rutas en el Medio Natural de Fuerteventura se aprobó en el pleno del Cabildo el 30 de enero de 2019 y entró en vigor el 20 de marzo, tras aprobarse en el Boletín Oficial de la Provincia de Las Palmas, pero aún sigue sin repartirse el cupo a las empresas. Sin embargo, en esa zona hay una orden de utilización de pistas de 1995, en vigor, que la reconoce como única pista utilizable, informan desde el departamento insular de Ordenación del Territorio.
Sin vigilantes
La nueva Ley de Patrimonio Cultural del Gobierno de Canarias cede el cuidado y la protección de los yacimientos paleontológicos a las consejerías insulares de Medio Ambiente, salvo que estos hayan sido declarados BIC. La consejera de Medio Ambiente de Fuerteventura, Marlene Figueroa, reconoce la falta de personal en el área para “dar respuesta a esta nueva obligación legal”. Se trata, aclara, de “nuevas competencias donde no hay unidad creada ni personal que dé respuesta a una intervención certera de control sobre los yacimientos paleontológicos”.
Asegura que sí ha habido bastantes intervenciones por parte de los agentes de Medio Ambiente levantando las actas y trasladándolas a la Agencia de Medio Urbano y Natural. Espera que el próximo año se pueda habilitar una partida presupuestaria y personal porque “si no, es imposible dar respuesta adecuada a lo que la propia ley mandata”.
En cuanto a las medidas a aplicar, explica que serán los equipos técnicos del Cabildo quienes tengan que valorar cuál es la mejor fórmula para mantener esos restos paleontológicos. “Valorarán cuál es la fórmula para conservar los yacimientos y para que las informaciones y las recomendaciones permitan que la conservación esté adaptada al medio y al sistema de conservación previsto por la ley”, concluye.
La responsable insular de Medio Ambiente, Marlene Figueroa, plantea como una vía de control para estos espacios una serie de herramientas a través de la investigación (I+D+I).“Hoy hay muy buenos proyectos de sensorización y control en el ámbito tecnológico, que tienen que ser pioneros en Fuerteventura para controlar, de forma adecuada, el uso de estos espacios de protección, tanto en los espacios naturales como en yacimientos”, explica. Con el Parque Tecnológico de la Isla como referencia, se trataría de buscar fórmulas no agresivas porque, explica, “en el siglo XXI no hace falta el vallado para poder tener un control de la capacidad de carga o del uso que se le está dando o qué hay que evitar”.
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