Mujeres de todas las profesiones se unen en una exposición colectiva cargada de denuncia social, arte y creatividad
La Aguja Subversiva despierta conciencias
Mujeres de todas las profesiones se unen en una exposición colectiva cargada de denuncia social, arte y creatividad
Ruptura y transgresión son algunos de los términos que sugiere la exposición La Aguja Subversiva, una muestra conjunta de varias artistas que se presenta este otoño en el centro de arte canario Casa Mané de La Oliva.
Se trata de una muestra comisariada por Verónica Silva, natural de Ecuador y majorera de adopción, que ha desarrollado un interesante trabajo de campo con un grupo de mujeres que “no sabían bordar, ni calar para conseguir una colección de obras de arte con hilos y agujas que fueran feministas en lugar de femeninas”.
“Mujeres de diferentes profesiones unidas para la lucha feminista”, resalta la comisaria. Algunas también participaron en la colectiva revolucionaria La Habitación Propia, dirigida por Nadia Martín en el Centro Juan Ismael de la capital, el pasado año.
La Aguja Subversiva viene cargada de denuncia social con una penetrante creatividad. Rosi Cruz es una de las integrantes y confecciona el tapiz Bordando derechos, con dos mujeres que sueltan cometas con forma de mujer y gritan que ¡ni unas más! Es un tapiz bordado con hilos, algodón y lanas decorado con hojas y flores verdes.
Laura Ese presenta el lienzo de algodón y papel bordado: El dinero lo compra todo, un impactante tapiz que reproduce un útero vendido, con la palabra “oferta” inscrita y varios cuerpos debajo, diferentes pero atrapados en ese mismo círculo.
La maestra Yasmina Sánchez exhibe Arte-Fem: empoderamiento y tradición en el bordado. Ella utiliza un paño tradicional calado intervenido con cintas, lanas y retales para reivindicar, ante todo, el feminismo. Y en un segundo reproduce con pintura en spray dos manos unidas para simbolizar que es “mi cuerpo, mi decisión, mi libertad”.
El ecofeminismo llega de la mano del collage de Adelina Padrón Cabrera con medio cuerpo de mujer sumergido en el océano, rodeada de peces, y residuos como tapones, redes o vasos de plástico y donde sostiene una masa de cañitas de plástico.
El imponente bordado de Verónica Silva recibe al público con un árbol dedicado a la vida de las mujeres afganas escondidas debajo del burka, esclavas de sus maridos que pueden tener un harén, con hasta 12 ramas y hojas que representan a estas mujeres que siendo jóvenes sólo tapan su rostro y con el tiempo se cubren hasta los pies, por las reglas e imposiciones masculinas. La artista expone también una impactante pintura con el lema ‘Yo sí te creo’, y una mujer caminando de espaldas y arrastrando dos cabezas masculinas en sus manos.
Por otro lado, Monche Meles alude al “feminismo decolonial” con una cambada figura aborigen de la fertilidad, en un bordado sobre arpillera. En la mesa central se exhiben dibujos de mujeres perfilados con lanas.
En la segunda sala se usaron pequeños tambores redondos con una base de mayas recicladas, y sobre ellas cada artista apuntala ideas, caras y mensajes de su lucha feminista interna. Es una exposición que despierta conciencias y que tras su paso por Casa Mané se expondrá en La Casa de Los Coroneles, donde incluirán más arte, obras de lana, hilos o agujas. Un proyecto con el que Verónica Silva quiere crear escuela y un taller para continuar con la lucha feminista.
“Entre todas aportaremos nuestro granito de arena para educar en igualdad, denunciar y acabar con la violencia machista hacia las mujeres”, señala. Una lacra que crece de forma imparable y que alcanza a toda la sociedad en su conjunto.
Sentada con juicio
En el artículo de Pamela Pazmiño Vernaza Sentada con juicio, sobre las prácticas artísticas feministas y el tejidobordado subversivo se entiende el significado de esta muestra. “Las prácticas del tejido y el bordado en el arte contemporáneo han reivindicado y desmitificado la tradición técnica artesanal asociada a la formación del llamado el bello sexo o ángel del hogar”, desvela Pazmiño. Términos utilizados para representar el ideal de mujer en los siglos XIX y XX.
Verónica Silva asegura que es una temática apasionante que intenta profundizar “en su curioso y amable viaje por el mundo en la actualidad y que por donde pasa deja huella”
Estas prácticas artísticas -propias de una cultura binaria, religiosa y patriarcal- en las últimas décadas han tomado un giro crítico para emerger como una forma emancipadora del arte. El artículo arroja un análisis sobre las prácticas artísticas feministas y su relación con el tejidobordado subversivo en Ecuador.
Realiza un rastreo histórico sobre el origen del tejido-bordado como herencia cultural del quehacer artesanal como saber ancestral, colonial y profano. Ella comenta las obras de dos mujeres artistas sudamericanas: Leticia Parente y Catalina Parra, que a través de prácticas como el cosido exhiben sus manifiestos subversivos frente a los dispositivos de control, violencia y castigo en regímenes dictatoriales en sus respectivos países, Brasil y Chile.
Finalmente, a través del análisis visual y documental se enfoca el tejido y bordado como práctica subversiva en el arte contemporáneo ecuatoriano. En las obras de las mujeres artistas Magdalena Pino y Janneth Méndez, dialogan el tejido como un saber estético y de materialidad simbólico. Así como también se estudia un segundo grupo de artistas: Ana Fernández (Miranda Texidor) y Andrea Zambrano, quienes proponen una lectura del ‘tejidobordado’ como una experiencia asociada al arte colaborativo y relacional.
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