La Asociación Sumas busca padres de acogida especializada en las Islas orientales
Faltan familias que acojan a niños que requieren una atención especializada en Lanzarote y Fuerteventura por lo que, en ocasiones, tienen que ser asignados a padres de acogida de Gran Canaria y Tenerife. La situación conlleva alejar al pequeño de su entorno y dificulta los encuentros programados con las familias biológicas. Ahora la Asociación Sumas, entidad colaboradora del Gobierno de Canarias, inicia una campaña de sensibilización y captación para el acogimiento familiar especializado en las dos islas orientales.
Claudia Peñate es educadora social y encargada de la sensibilización y captación de Sumas en la provincia de Las Palmas. Explica que los menores que se acogen a este programa tienen “características muy variadas”. Han vivido experiencias de vida, huellas o secuelas por las que necesitan de atención terapéutica especializada; también son niños que han podido estar largos periodos en acogimiento residencial; pequeños con necesidades sanitarias de carácter especial; con diversidad funcional o problemas de salud mental.
Peñate reconoce “la escasez” de hogares en Lanzarote y Fuerteventura para el acogimiento familiar especializado por lo que, generalmente, estos menores se tienen que asignar a padres de islas capitalinas. Asimismo, subraya que aún existen niños en centros de Lanzarote y Fuerteventura que “requieren familias preparadas que puedan desarrollar el acogimiento especializado”.
Según datos de la Consejería de Políticas Sociales del Gobierno de Canarias, en la actualidad, hay en Lanzarote dos hermanos y un chico con problemas de conducta que reúnen el perfil de menores para la acogida especializada. A ellos se suman tres hermanos, dos de ellos con discapacidad. En el caso de Fuerteventura, existe un grupo de tres hermanos con discapacidad pendientes de acogida.
En total son nueve los menores. Sin embargo, según datos del Gobierno canario, sólo existe una familia formada para acogimiento especializado en Lanzarote y dos de acogimiento ajeno en Fuerteventura. En Canarias hay, en la actualidad, un total de 35 menores que conviven en acogimiento especializado. De ellos, 17 en Gran Canaria y 13 en Tenerife.
Según datos del Gobierno canario, sólo existe una familia formada para acogimiento especializado en Lanzarote y dos de acogimiento ajeno en Fuerteventura
Claudia Peñate asegura que ha crecido el número de familias de acogida especializada, aunque “el ritmo es demasiado lento para dar respuesta a los menores que aún permanecen en centros y hogares” e insiste en la importancia de que estos vivan en un ambiente familiar, ya que “no conocen patrones familiares normalizados, pues proceden, en su gran mayoría, de ambientes disruptivos” por lo que “es necesario que tengan experiencias sanas en familias normalizadas y preparadas para asumir sus necesidades”.
Sumas, a través de un convenio de colaboración con el Gobierno de Canarias dentro del Programa Canario de Acogimiento Familiar, desarrolla campañas de difusión y sensibilización para el acogimiento; evalúa las familias candidatas a ser acogentes especializadas; acompaña y asesora a las familias de acogida y realiza intervenciones terapéuticas con los menores e intervenciones con la familia biológica de cara a la reunificación familiar del menor. El desplazamiento de los menores a otras islas supone un hándicap para poder llevar a cabo los encuentros con las familias biológicas, tal y como señala Claudia Peñate que según cree “se podrían evitar contando con familias de acogida en estas islas”.
Familias preparadas
Las familias de acogida especializada deben tener disponibilidad temporal y “capacidad suficiente para cubrir las necesidades del menor además de ofrecerle estabilidad, cuidados, afecto y estimulación que le permitan un desarrollo integral”, apuntan desde Sumas.
Naira Rodríguez y su marido Ayoze Plasencia decidieron hace un año entrar a formar parte del programa de acogida especializada de Sumas. Él es militar y ella cuidadora, desde hace doce años, en el Hospital San Juan de Dios de Gran Canaria. Hace cinco, Naira fue la encargada de recibir a una pequeña de tres años que ingresaba en el centro procedente de Fuerteventura.
Entre las dos se crearon unos vínculos que terminaron de gestarse hace un año, cuando el matrimonio decidió acoger a la pequeña. “Desconocía el acogimiento, pero en mi centro había dos compañeros que habían acogido y luego empecé a conocer a más gente”, comenta Naira.
Ella y su marido llevaban algún tiempo con la idea en la cabeza de ampliar la familia y dar un hermano a su hijo de ocho años. Mientras tanto, los lazos entre Naira y la pequeña seguían tejiéndose hasta que al final “descartamos tener otro hijo biológico y dijimos de animarnos a ayudar a alguno que no tuviera familia y nos decantamos por esta niña”, comenta la mujer.
Normalmente, los padres acogentes no pueden elegir ellos mismos al niño de acogida. En el caso de este matrimonio, se acogieron al acogimiento por vinculación especial amparándose en los lazos que existían entre Naira y la pequeña.
Las familias de acogida especializada deben tener disponibilidad temporal y “capacidad para cubrir las necesidades del menor y ofrecerle estabilidad, cuidados y afecto”
Naira, que prefiere guardar el anonimato de la pequeña, explica que la niña nació con un 78% de discapacidad intelectual, con problemas sensoriales y motores. Aún hoy continúa con un diagnóstico sin definir. Empezó a caminar con tres años y hasta hace uno no era capaz de comunicarse. Ahora pronuncia palabras y pide de su boca necesidades básicas como el agua. Parte de este éxito se debe al efecto que ha encontrado en el hogar de Naira y Ayoze.
Esta auxiliar de enfermería reconoce que ha sido un largo trabajo orientado a que la pequeña adquiriera unas rutinas. “La niña ha ganado en conductas. Es otra cuando está en casa y cuando está en el centro, donde tiene comportamientos que en casa no le vemos”, explica.
Antes se autoagredía y se veía sometida a altas dosis de medicación. En la actualidad, ha rebajado la medicación, gracias a la tranquilidad de un hogar donde el despertador suena muy temprano.
El día a día de Naira y la pequeña empieza muy temprano. Las dos marchan al centro San Juan de Dios, donde ella continúa trabajando y donde la pequeña está escolarizada. El timbre del fin de la jornada escolar es el preludio a una tarde repleta de tratamientos y terapias. “La vida te cambia”, reconoce la mujer. “Tiene muchas necesidades y hay que vigilarla porque es como una niña de dos años”, sostiene, aunque ver su evolución “da una felicidad increíble”.
Naira anima a otras familias a adoptar. Al principio, también tuvo miedo, sobre todo por su marido, ajeno a lo que suponía vivir con una persona con discapacidad. En la actualidad, Naira, Ayoze y los dos pequeños forman una familia feliz donde cada evolución de la pequeña se celebra como una carrera ganada.
Comentarios
1 protestante Dom, 16/07/2017 - 11:25
2 Andrés Lun, 17/07/2017 - 13:44
3 Fuerteventura Mié, 19/07/2017 - 16:18
4 lanzarote Jue, 22/02/2018 - 10:57
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