La Isla majorera acoge la única zona en Canarias de producción de esta microalga que podría acabar con la desnutrición en el mundo
La espirulina, el superalimento de los astronautas que se cultiva en Fuerteventura
La Isla majorera acoge la única zona en Canarias de producción de esta microalga que podría acabar con la desnutrición en el mundo
Hace dos décadas que el vegetariano Peter Shilling se dio cuenta de que para llevar una dieta más equilibrada y saludable precisaba de una mayor ingesta de proteínas y vitaminas. Le hablaron de la espirulina, una microalga capaz de acabar con los problemas de malnutrición en el mundo, si se tienen en cuenta todas las propiedades y beneficios que los entendidos le atribuyen. Peter comenzó a indagar sobre esta microalga y descubrió que podía cultivarla en su propia finca de Fuerteventura. “Me di cuenta entonces de que lo que se comercializaba como espirulina estaba lejos de poseer todo su potencial nutritivo, debido al uso de procesos industriales mecanizados que la degradan”. Tan orgulloso estaba de sus cultivos que empezó a ofrecer su producción entre su entorno, hasta el punto de que su fama se difundió entre los asiduos al consumo de este nutriente. Hace unos meses encontró en Daniel Acosta, gerente de Vidaloe, el mejor aliado para cultivar y comercializar la espirulina en los terrenos que la empresa tiene en Agua de Bueyes dentro de la vertiente Maxofarm Acuicultura, S.L.
El hecho de que Fuerteventura esté libre de industrias contaminantes, las horas de luz solar y las temperaturas de las que goza, convierten a la Isla en terreno de cultivo idóneo para esta microalga, de la que son suficientes de tres a cinco gramos (una cucharilla) para compensar las carencias nutricionales, según sus productores. Los promotores majoreros aseguran que la NASA alimenta a sus astronautas con espirulina en sus viajes espaciales. Incluso en Maxofarm emplean el mismo material para envasarla, en una atmósfera protectora de nitrógeno, a través de unos tarros bio-fotónicos de cristal violeta de 125 gramos para evitar su oxidación. “Este envase fue diseñado para que los astronautas pudieran llevar la espirulina al espacio”, enfatiza Daniel Acosta.
La espirulina se descubrió en los años 60 en los lagos de Chad (África), donde un grupo de botánicos se sorprendieron al comprobar que los habitantes de esa zona consumían una masa verde desconocida y no presentaban los signos típicos de malnutrición de la zona. Esta microalga se encuentra de forma natural en lagos alcalinos de África, Sudamérica y Asia. Pero también se puede cultivar en otras zonas como han demostrado desde Maxofarm. No en vano, acepta suelos áridos, “donde no suele crecer nada”, con un consumo de agua mínimo, explica Peter Shilling. En los terrenos donde se asienta en Agua de Bueyes, el invernadero acuícola de espirulina no ocupa más de 100 metros cuadrados, superficie que se ampliará próximamente con el objetivo de comercializar el producto autóctono fuera de la Isla.
La espirulina majorera se presenta en un tarro biofotónico diseñado para que los astronautas puedan conservar este complemento nutricional en óptimas condiciones en el espacio
La empresa de Fuerteventura parte con la ventaja de que en España no son muchos los productores de espirulina. En Europa, Francia es la máxima potencia, aunque el mayor productor mundial es China. Destacan los promotores sobre el cultivo majorero que, frente a estas macroproducciones, la espirulina de Fuerteventura carece de contaminantes en su cultivo, al tratarse de terrenos sin filtraciones nocivas. “Tampoco necesita pesticidas porque se protege sola y es de gran productividad, pero necesita buenas condiciones como las que se dan en Canarias”. Emplean además agua potable, baja en salinidad para su cultivo.
Peter Shilling controla a diario el cultivo de espirulina en la finca de Maxofarm.
“Hoy en día los alimentos que consumimos son muy pobres en nutrientes por la producción industrial. Además, la mayoría de los consumidores están sufriendo enfermedades, algunas de ellas desconocidas, y la espirulina es un remedio excelente”, enfatiza Peter, quien recuerda que debe consumirse de forma concentrada, en pocas cantidades. “Aporta proteínas, vitaminas, minerales, oligoelementos y omega 6, sin olvidar su alto contenido en hierro, que la convierte en complemento idóneo para equilibrar la anemia”, señalan desde Maxofarm. Aunque los promotores del proyecto defienden que se trata de un complemento carente de efectos secundarios y contraindicaciones “directas”, advierten de que hay que tener cuidado con su consumo en casos de hipertiroidismo, fenilcetonuria, enfermedades autoinmunes o coagulopatías. Asimismo, Peter y Daniel aclaran que, frente a algunas creencias que le atribuyen beneficios para el control de peso, “es mentira” que la espirulina ayude a adelgazar, aunque sí defienden su poder saciante.
Los responsables de Maxofarm desvelan que los afectados por las accidentes nucleares de Chernobyl y Fukushima fueron tratados con espirulina, gracias a su poder para eliminar los metales pesados del organismo
La espirulina ayuda a equilibrar deficiencias en la nutrición debido a su alta concentración de nutrientes, llegando a ser calificada como “superalimento”, la pregunta sería ¿por qué no se cultiva para acabar con los problemas de malnutrición en el mundo? Al respecto, los responsables del proyecto majorero anuncian que existen planes de la ONU para fomentar su cultivo en zonas afectadas de malnutrición en su población. Aun así, apuntan al sorprendente hecho de que apenas se hable de esta microalga en los medios de comunicación. “Tiene tantas propiedades que puede contribuir incluso a mejorar la salud y ahí hay intereses en contra de que se conozcan estos beneficios, hasta el punto de que existe desinformación organizada”, señala Peter, quien reconoce que es consumidor de espirulina en grandes cantidades. También cree que se ha evitado hablar de otra de sus posibilidades, su poder desintoxicante: “Facilita la absorción de los metales pesados y ayuda a eliminarlos, por ello se recomienda a personas que se han intoxicado, así como a pacientes de cáncer sometidos a radioterapia y quimioterapia”. De hecho, afectados por las accidentes nucleares de Chernobyl y Fukushima fueron tratados con espirulina.
Para que el organismo asimile todas las propiedades de este producto, el proceso de cultivo requiere máximos cuidados. “La espirulina es un organismo que precisa de mucha atención porque se enferma muy rápido”, matiza Peter, mientras comprueba, como cada día, el ph del agua y la temperatura bajo el invernadero donde florece este microalga. “Son más de 20 años sin vacaciones ni fines de semana libre”, destaca este experto, que a sus 59 años conserva una excelente forma física y buen aspecto. Dos décadas después ha conseguido el tándem perfecto para la producción de su espirulina de la mano de Daniel Acosta, quien, buscando productos alternativos para su empresa de aloe vera, acabó consultando en el banco de algas de Gran Canaria, donde le comentaron que “la mejor espirulina del mundo se producía en Fuerteventura”, concretamente la de Peter Shilling.
La espirulina se cosecha a diario, después se lleva a una mesa de filtrado para separar el agua de la biomasa, posteriormente se recoge y se deshidrata, sin incorporar ningún tipo de aditivo, a través de un proceso de secado a muy baja temperatura, en concreto, 35 grados centígrados, la misma con la que se mantiene con vida y en perfectas condiciones este microalga en la piscina. Es importante no superar estas temperaturas a fin de no dañar el valor nutritivo del producto final que se presenta al público en formato de granulado. “Una nueva presentación que contribuye a una mínima manipulación, otra de las garantías de la pureza de la espirulina majorera”, según destacan sus productores. Finalmente, el granulado se puede adquirir en sobre o tarro biofotónico en la tienda de Maxofarmhttps://espirulinacanarias.com/ que actualmente realiza reparto a domicilio. El teléfono de pedidos es 674 712 489.
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