Antes de mayo, CC presidía el Gobierno de Canarias y cuatro de los siete cabildos pero de todo ese poder no le queda nada
Los dos meses en los que colapsaron décadas de poder de Coalición Canaria
Antes de mayo, CC presidía el Gobierno de Canarias y cuatro de los siete cabildos pero de todo ese poder no le queda nada
Los resultados de Coalición Canaria en las elecciones autonómicas, insulares y locales celebradas en 2019 no fueron desastrosos, ni mucho menos; en algunos casos, parecían incluso mejores que cuatro años antes.
Sin embargo, en los 59 días que transcurrieron entre el 26 de mayo y el 24 de julio, Coalición Canaria (CC) vio colapsar todo el poder que había ejercido ininterrumpidamente durante 26 años en el Parlamento autonómico y durante cuatro décadas en algunas de sus instituciones fetiche.
Antes de mayo, CC presidía el Gobierno de Canarias, cuatro de los siete cabildos (Tenerife, Lanzarote, Fuerteventura y El Hierro) y dos de las cuatro ciudades más pobladas (Santa Cruz de Tenerife y La Laguna). En julio no quedaba nada.
Lejos quedaron los tiempos en los que CC solamente compartía el Parlamento regional con el PSOE y el PP y pactaba a su conveniencia con el uno o con el otro.
A partir de 2015, el Parlamento empezó a poblarse con más grupos, pero aún aguantó CC cuatro años más, sostenida más en divergencias ajenas que en complicidades.
El 2019 empezó bien, con unas elecciones generales adelantadas al 28 de abril en las que, contra el pronóstico de los sondeos, CC consiguió dos diputadas en el Congreso.
En las autonómicas del 26 de mayo tampoco fueron mal las cosas. No ganó, pero tampoco lo había hecho en 2011 ni en 2015 y eso no le impidió presidir la Comunidad Autónoma.
El veredicto final para sacar a CC del Gobierno fue dictado por su más fiel aliado en la pasada legislatura, Casimiro Curbelo, el imbatible líder gomero, cortejado por sus antiguos compañeros socialistas después de abandonar el PSOE por un incidente en un local nocturno de Madrid, una muestra más del imprevisible efecto mariposa.
Los tres escaños de Curbelo y su Agrupación Socialista Gomera resultaban decisivos tras el 26 de mayo para conformar un ejecutivo de centro derecha (CC, PP, Cs y por supuesto ASG) o de centro izquierda (PSOE, Nueva Canarias, Sí Podemos y por supuesto ASG).
Finalmente, Curbelo ungió sin rencores al centro izquierda, pero a esa decisión llegó tras dos acontecimientos previos concatenados.
El primero fue la decisión de CC de presentar a las elecciones a un candidato imputado por delitos de prevaricación, malversación y tráfico de influencias, Fernando Clavijo.
El segundo fue la determinación de Ciudadanos de no apoyar a un candidato investigado. Precisamente, por iniciativa de Ciudadanos, los políticos regionales habían quedado sin fuero judicial en el nuevo Estatuto autonómico.
La negativa de CC a presentar una alternativa a Clavijo a sus eventuales socios llevó a una rocambolesca negociación en el bloque de centro derecha que acabó en desastre.
Coalición Canaria (segunda en las elecciones) y el Partido Popular en Canarias (tercero), se plantearon primero que el líder de los populares, Asier Antona, fuera presidente del Gobierno, con Clavijo de vicepresidente. Pero esta opción no cuajó.
El siguiente planteamiento fue que la presidenta fuera la secretaria general del PP canario, Australia Navarro, apoyada por Génova, pero ahí Antona no estuvo de acuerdo.
Entre idas y venidas de dirigentes nacionales del PP para firmar un pacto que les daba la inesperada presidencia, el otro bloque cerró un pacto con Casimiro Curbelo, quien, ante tanto lío en la derecha, se ciñó a la ortodoxia e hizo presidente de Canarias al candidato del partido ganador de las elecciones, Ángel Víctor Torres, del PSOE.
CC quedó fuera del Gobierno de Canarias tras 26 años ininterrumpidos y su candidato Clavijo buscó refugio, como mal menor, en el aforamiento del Senado, acompañado de Antona, quien marchó a la Cámara Alta chamuscado por contradecir a Génova.
No fue el único disgusto para CC. El 15 de junio se constituían los ayuntamientos, y el de La Laguna, desde el que Ana Oramas había partido años antes hacia el Congreso dejando de sucesor a Fernando Clavijo, se lo llevó el PSOE gracias a un pacto con Unidas Podemos y Avante.
Además, sentó muy mal a CC que en su feudo capitalino de Santa Cruz de Tenerife la socialista Patricia Hernández los desalojara 40 años después, gracias al apoyo de Unidas Podemos y de Ciudadanos, partido que expulsó a sus dos ediles por su voto rebelde.
En los cabildos no fueron mejor las cosas. En Lanzarote y El Hierro, Coalición Canaria perdió la primacía directamente en las urnas.
En los cabildos de Tenerife, de La Palma y de Fuerteventura, CC mantuvo por unas semanas unas precarias presidencias, al corresponder por ley a la lista más votada, pero pronto se armaron las coaliciones alternativas para desalojarlos.
El 24 de julio se consumaron las dos últimas mociones de censura, las del Cabildo de Tenerife, con el PSOE coaligado con Ciudadanos y apoyado por Unidas Podemos, y la del Cabildo de La Palma, con el PP respaldado por el PSOE.
Tanto los consejeros del PP en La Palma como los de Ciudadanos en Tenerife fueron expulsados por sus cúpulas por sus indisciplinados votos contra CC, pero eventualmente todos fueron perdonados cual hijos pródigos.
CC afronta ahora una travesía por un desierto en la que la primera parada será la celebración del congreso del partido en primavera.
El partido, nacido del poder y para el poder, tendrá que reinventarse en la oposición y decidir su identidad (nacionalista o regionalista), su ideología (conservadora o progresista) y su liderazgo (continuista o renovado).
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