Yasmina Cabrera veraneaba en la antigua provincia española y hace tres años decidió coger las maletas y marcharse a vivir a esta fascinante capital
Una nueva vida en Sidi Ifni
Yasmina Cabrera veraneaba en la antigua provincia española y hace tres años decidió coger las maletas y marcharse a vivir a esta fascinante capital
Yasmina Cabrera Saqim (Puerto del Rosario, 1978) pertenece a la nueva generación de majoreros que decidió coger la maleta y salir en busca de un futuro mejor. La mayoría eligió los países más avanzados, como Inglaterra, Estados Unidos, Alemania, Suiza, Noruega o Bélgica, pero ella regresó a su segunda patria: Marruecos.
Desde hace tres años vive a camino entre Fuerteventura y Sidi Ifni. De madre marroquí, Batul, y padre majorero, Manuel, se crió en el barrio portuense del Charco. “Cuando era pequeña viajábamos en verano a Sidi Ifni porque mi madre tenía allí a su familia, a sus amigas y recordaba con nostalgia aquellas estancias de verano tan felices en la calle y con la gente”, recuerda.
“Todo era tan diferente a Fuerteventura y a su vez tenía tantos parecidos, que me encantaba ese intercambio cultural”, rememora Yasmina, que es la mayor de los tres hermanos. Yasmina se implicó en la actividad social de Puerto del Rosario y creció vinculada al deporte, ya que es una apasionada del fútbol y fue monitora deportiva.
Jugó en diferentes categorías en el Club Deportivo Herbania, en el CD Unión Puerto y el CD El Cotillo y fue delegada en Tercera División. El deporte siempre le acompañará y, de hecho, no descarta convertirse en entrenadora de fútbol infantil en Ifni y tejer una liga tan sólida como la majorera e incluso organizar torneos que unan las dos orillas.
“Mi madre enfermó y falleció, pero siempre mantuve el contacto, viajaba a Sidi Ifni y hace un tiempo quise cumplir un sueño: coger la maleta y establecerme temporadas en esa ciudad marinera tan fascinante”, reconoce. “Fui como una madre para mis hermanos pequeños, pero ahora, que son mayores e independientes, descubrí que mi sitio estaba allí, donde siento una gran paz, mucha fuerza, y ganas de vivir”, reflexiona.
Desde el principio tuvo el apoyo de su padre, que un buen día se fue a visitarla para recordar los viejos tiempos y se ha convertido en un enamorado de la actual vida en la ciudad alauí. Allí han tenido reencuentros muy emotivos, como el de una gran amiga de su madre, Hafida Habibi, peluquera, con la que puede conversar sobre tiempos pasados.
“En nuestra juventud vino mucha gente española a trabajar a Sifdi Ifni, Agadir o El Aaiún y siempre se integraron, hubo mucho respeto por la religión musulmana y la cristiana, fue una época dorada en Sidi Ifni”, cuenta Hafida.
Ambas participaron en un reportaje del programa Informe Semanal de TVE dedicado a la provincia española número 51, un territorio ocupado durante 35 años, desde 1934 hasta 1969. Yasmina relata que la gente cuenta anécdotas, pero quedan historias por descubrir, como once edificios españoles abandonados tras la entrega de esta colonia a Marruecos. Pone de ejemplo un teleférico que unía el mar con la localidad en dos vagones que se utilizaron para el transporte de mercancías o el viejo aeropuerto, que cerró hace 50 años.
“Lo más importante es que vivieron 50.000 personas, españoles cristianos y musulmanes, en armonía, y trabajaron durante tres décadas, contribuyendo a la creación y el progreso de esta ciudad”, describe.
Cuando la huella española comienza a disiparse, algunos españoles jubilados han regresado a la ciudad. Aunque el caso de la majorera es diferente, porque tenía que buscar empleo y vivienda. En la Isla trabajó en hostelería, comercio e, incluso, en una imprenta. “La verdad es que no he tenido grandes problemas para encontrar trabajo y he podido salir adelante bastante bien; he dado clases de castellano en una academia porque existe un gran interés por aprender idiomas”, indica.
A ella le sorprendió la curiosidad de los jóvenes por aprender castellano, francés e inglés. Aprovechan las series y películas en la televisión y “lo poco que tienen a su alcance para aprender, como cuando encuentran a un turista”.
Para Cabrera, la vida en Sidi Ifni tiene muchas ventajas y parece un viaje al pasado porque le recuerda mucho al Puerto del Rosario de hace décadas, pero ahora crece una juventud mucho más abierta, con ideas modernas y con muchas inquietudes artísticas, educativas y viajeras.
En Ifni se combina la llegada de algunos españoles o turistas de vacaciones y el deseo de los nativos de salir, conocer Europa y América e intentar un futuro mejor fuera de su país. “Aquí se sobrevive con menos dinero y menos cosas de las que consideramos imprescindibles, todavía no ha llegado ese síndrome consumista, ni la dependencia de la tecnología, y conservan una gran calidad de vida”, apunta.
Yasmina ha aprendido a valorar un paseo temprano por el mercado para conseguir una variedad de frutas y verduras, frescas y baratas. “La vida es mucho más tranquila, no se vive mirando el reloj sino al paisaje; en general, se trabaja para vivir y no se vive para trabajar como ocurre en Occidente, y lo mejor son las reuniones familiares y sentarse alrededor de una mesa para compartir todo”, narra.
De hecho, explica que “lo normal es ir a visitar a alguien sin avisar, llamar a la puerta y pasar un día con la familia, pero yo sigo llamando antes y me responden que no es necesario: vienes y listo”.
Los niños juegan en la calle a los juegos tradicionales, “sin tanta dependencia de las pantallas y de la Play como los niños europeos, y es increíble ver la imaginación y lo que inventan para jugar y disfrutar de esa infancia”.
Casi sin pensarlo, comienza su reto más ambicioso. “Quiero convertirme en una anfitriona de Ifni, una joya turística bañada por el Atlántico, y de toda esta costa y desierto para mis amigos canarios, peninsulares y para todos los turistas que acuden a visitar el país”, confiesa.
Así, ha iniciado un trabajo intenso para convertirse en una perfecta guía turística y dar a conocer alojamientos, restaurantes, comercios, la historia “y todo lo necesario para poder enseñar esta tierra a los turistas”.
“Aunque mucha gente lo desconoce, existe también oferta cultural como el Festival Internacional de Merzouga, con músicas del mundo, que cada año recibe a más artistas a los pies del desierto en un paisaje único de majestuosas dunas”, resalta.
“La cosa comenzó de forma curiosa porque nada más afincarme en el vecino continente empezaron a venir muchos grupos de amigos, contactaban conmigo para preguntarme si les acompañaba, guiaba y enseñaba la ciudad, el desierto, la cultura, la gastronomía... y me di cuenta de que me hacía mucha ilusión y quería transmitir sensaciones positivas del país entre la gente foránea”, subraya.
Yasmina se esforzaba por agradar a sus amigos para que se llevaran una buena impresión y sintieran la hospitalidad de la gente árabe, “que guarda muchas similitudes con el pueblo majorero, sobre todo el de antaño, cuando te abrían las puertas de su casa, ofrecían lo que tenían y compartían conversación, sus desvelos, alegrías y mucho cariño”.
La mejor embajadora
“Esta tarea empieza a proporcionarme grandes satisfacciones cuando muchos amigos, a los que acompañaba por Ifni, Agadir, Tan Tan, Tarfaya, El Aaiún, Villa Cisneros, Marrakech o Casablanca me comentaban que su estancia había sido inolvidable”, resume.
Se llevaban una gran sorpresa al compartir un té, cenas y jornadas con la población nativa, así que muchos quieren repetir. Aunque hay quien llega con prejuicios, como la falta de seguridad o que les engañen, “pronto se dan cuenta de que ocurre lo contrario, de que hay una gran seguridad y que todos esos miedos se disipan en las primeras excursiones o visitas al desierto”.
“Sidi Ifni y alrededores comienza a consolidarse como la futura joya turística marroquí, con una interesante historia de la huella española, misterios y muchas cosas que ofrecer a los visitantes”, mantiene.
La mirada y actitud positiva de Saqim la han ayudado a acariciar con los dedos ese sueño de ser guía turística en el territorio marroquí. “Estoy trabajando para emprender nuevos proyectos con la Asociación Canaria-Marroquí que se va a constituir en Fuerteventura, y no descarto la posibilidad de formar aquí una familia y ser madre en Sidi Ifni”, manifiesta. Un alma libre que ha encontrado la felicidad en esos atardeceres infinitos y luminosos.
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