De vuelta a la normalidad
El fin del Estado de Alarma no significa el regreso a la normalidad de forma automática, como por arte de magia. Hemos sobrepasado la fase descontrolada y más agresiva de la pandemia, pero la covid-19 permanece entre nosotros y está causando un daño terrible en muchos países. Los menos desarrollados sufren por su débil sistema sanitario, pero algunas naciones desarrolladas padecen a líderes populistas e insensatos que intentan negar la realidad. Aquí, a partir de ahora, corresponde a la ciudadanía seguir actuando con responsabilidad y observar las normas sanitarias y de distancia física, por lo que hay que tener mucho cuidado con las multitudes y las muestras efusivas de afecto.
Estamos viendo que el fin del confinamiento tampoco supone que la economía haya recobrado de inmediato la vitalidad que tenía antes del coronavirus. La actividad económica de las empresas y el empleo se van a ir recuperando poco a poco, a medida que se abran las fronteras en la Unión Europea, los intercambios comerciales y los viajes. Así que tenemos que ser pacientes, porque la recuperación de nuestra locomotora turística depende del estado de salud de los países emisores de turistas. Y, además de pacientes, debemos ser prudentes, porque una recaída en estos momentos puede ser catastrófica.
En los próximos meses nos esperan momentos extraordinariamente difíciles. Dicen los expertos que se avecina una crisis económica y social como no se veía en España desde la Guerra Civil. Consciente de ello, el Gobierno ha desplegado una amplia y potente agenda social para dar cobertura a las personas y familias más vulnerables y para que esta crisis no deje a nadie atrás. Por otro lado, la reconstrucción económica y social está en marcha con la cobertura de la Unión Europea, que ha habilitado fondos excepcionales para atajar los efectos de la crisis. Así que nadie ponga en duda que estamos preparados para afrontar la crisis y que vamos a hacerlo con decisión.
Lo que no cambia, lamentablemente, es el comportamiento irresponsable de la derecha y la ultraderecha, pues parece que se han apuntado a una competición entre ambas para ver quién dice una barbaridad mayor. Es infame y desestabilizadora la conducta de la extrema derecha, pero lo mismo cabe decir de un Partido Popular (PP) que se ha alejado de la moderación y a veces supura vocación ultra. Nada más revelador que las palabras pronunciadas recientemente por Angela Merkel en el Parlamento alemán sobre qué pretende la ultraderecha: "No hay que ser ingenuos: las fuerzas antidemocráticas y los movimientos radicales autoritarios están esperando una crisis económica para explotarla políticamente".
La canciller alemana ha señalado lo que debemos esperar de la extrema derecha. Está claro: bajo la falacia del Gobierno ilegítimo reclama barra libre para alarmar y agredir verbalmente. Por desagracia, a falta de argumentos y propuestas, nos esperan más insultos, provocaciones, bulos e intoxicaciones que buscan la confrontación y la crispación social, intentando que la población no preste atención a la importante agenda social del Gobierno. Ojalá, la vuelta a la normalidad nos traiga un cambio de rumbo en el PP hacia posiciones contenidas y maduras, sumándose al gran pacto de reconstrucción del país.
De vuelta a la normalidad, no entraremos en el juego del extremismo, no caeremos en su trampa. La ciudadanía, el electorado y la historia dictarán su veredicto sobre el comportamiento de cada cual en estas horas trágicas y difíciles que estamos viviendo. Así que prosigamos en nuestra tarea de reconstruir un país y un mundo mejores y gobernados democráticamente por los principios del estado del bienestar. Va a ser complejo, lo pasaremos mal y nos lo van a poner difícil, pero está en nuestras manos. Así que hay huir de las provocaciones, ponerse en marcha y evitar permanecer cruzados de brazos. Esfuerzo, solidaridad y confianza es la receta de la vuelta a la normalidad.
Añadir nuevo comentario